En esta ciudad, a través de las vueltas que el tiempo nos da unos vienen y otros van. Nos conocemos, congeniamos y nos hacemos amigos para siempre o, un buen día, sin saber bien por qué, nos dejamos de ver. Y en este ambiente, que bulle de vida ansiosa por ser vivida tanto de noche como de día, los músicos afinan sus instrumentos unas veces en solitario y otras encontrándose en torno a una idea que puede tener muchas formas, pero una sola condición: que genere ilusión.
Así, girando en ese carrusel que jamás se detiene, hace algunos meses ya que Rubén Ayllón –poeta, escritor, músico y compositor- dio con un excepcional grupo de músicos con los que comenzó a compartir una nueva ilusión a la que bautizaron con el nombre de Ayllón; proyecto común que sería presentado en sociedad en mayo de este año durante la celebración del Festival Superando a Duchenne, y que ya en septiembre ha dado su primer fruto discográfico con la edición del single “Colibríes que vuelan”.
De este modo, con la banda aún más rodada tras su reciente actuación en la Plaza de Santo Domingo dentro de la Semana Internacional de las Letras, este martes Ayllón llegó a la Sala Revólver dispuesto demostrar que, ciertamente, con una buena banda de rock cualquier día puede ser un gran día. En consecuencia, aplicándose en su papel cada uno de los cinco miembros de la formación, el concierto echaría a rodar a eso de las 23:00h aunando la poesía recitada por Rubén Ayllón y la música en estado puro de una larga y estimulante introducción instrumental en la que destacarían la guitarra eléctrica de Rafael Codina y el piano de Esteban Romero.
Entonces, con la batería de José Luis Crüe y el bajo de Ángel González marcando una línea clara, el recital avanzaría raudo al ritmo de nuevos y animados temas pop-rock como ¿Dónde está la frontera?, Hagamos un pacto, Flechas de fuego o Quemando etapas, que se alternarían a la perfección con clásicos de Rubén Ayllón, como Perderte otra vez o Araña. De esta forma, teniendo tiempo incluso de contar con la presencia de Joaquín Andreu -vocalista de Eclypsse- para que cantara En el punto de partida, la banda encararía Con fuerza la recta final de su concierto hasta culminar la velada interpretando la pegadiza balada, Colibríes que vuelan.
Y así, mostrándose como una auténtica banda de rock -versátil, potente, solidaria y bien conjuntada-, Ayllón se despediría de los presentes entre aplausos y disparos de flash con la promesa de lanzar un nuevo LP para 2019 poco antes de que nosotros, deseosos de volver a encontrarnos con ellos más pronto que tarde, abandonáramos la sala convencidos de que, definitivamente, Ayllón es una banda de rock.