Aún desperezándome del verano y esperando un nuevo cambio horario que no sé si llegará. Así afrontaba el sábado siguiente al fin de las fiestas de septiembre de la ciudad de Murcia. Unas fechas extrañas por estas tierras, pues ni el calor se ha ido del todo ni el frío otoñal hace su aparición. Vamos, la casi constante primavera en la que vivimos por aquí. Pero mi cuerpo aún tenía ganas de playa, de ritmos caribeños y de bailes en la orilla del mar. Sumo a ese deseo la desgana de moverme de la ciudad y lo mejor que se me ocurre es ir a un concierto en el que se unen todos esos estilos. Se me ocurre ir a ver el directo de Efecto Sur y no me equivoco en mi elección.
El quinteto de Mojácar, se metió al público en el bolsillo desde el principio. La voz de Kristian Parra conjuga a la perfección el reggae más auténtico con ese toque personal que tanto caracteriza al grupo. El combo andaluz nos visitó con la única pretensión de hacer bailar: "No presentamos disco ni nada, venimos para que la gente se lo pase bien", me confesaron tras el concierto. Y eso se nota y se agradece.
Lo que vimos en el escenario fue un show completo en el que el intercambio de instrumentos está presente en distintos momentos del espectáculo. Hecho que logra crear un sentimiento de hermandad entre todos los presentes. Los temas de Efecto Sur irradian positividad y buena onda por todas sus notas y eso se agradece en estos tiempos de falta de comunicación y negatividad sin sentido.
El bajo de Karel Besa suena contundente, con potencia y ritmo. La guitarra de Javier Arroyo es delicada, puro oxígeno en las canciones. La sección de percusión se la dividen Paco Botía y Juanma. Su entendimiento es endiablado. Para darle ese toque sonoro distintivo, Kristian se engancha al trombón en más de una ocasión. El conjunto de todo ello hace bailar y disfrutar.
Fueron cayendo temas propios. My Funky, Tempestades o Ska tron son un buen ejemplo de lo que realizan. Junto a alguna canción ajena como Clandestino y Welcome to Tijuana. Quizás se espera este autor entre sus referencias, sin embargo lo que sorprendió fue escuchar Loco, de Andrés Calamaro. Bajo el tapiz de Efecto Sur, este tema gana en sonoridad y variedad. Gran acierto el que la incluyan en sus conciertos.
Y ya, tras casi noventa minutos de música y baile, llega la hora de acabar. Ellos seguían con su cercanía con los asistentes, que, por cierto, llenaron la sala Revólver. Regusto a buena música y afortunado por haber conocido a tan buena gente. Se agradece que el verano no haya acabado aún y que la música nos regale momentos tan bailables como los de ayer. Me quedé bien acompañado, bailando en la arena y durmiendo bajo las estrellas una vez más.