A punto de entrar en la recta final de nuestro recorrido por los teatros de Murcia, y justo antes de abandonar el siglo XIX, auténtico siglo de oro del teatro en nuestra ciudad, tenemos que retornar sobre nuestros pasos para recordar el devastador incendio que sufrió el teatro Romea el 10 de diciembre de 1899, es decir, veintidós años después del primero. Como en aquella ocasión anterior, en ésta el teatro volvió a quedar reducido a cenizas, sin embargo, esta vez sí que hubo que sumar a los daños materiales la pérdida irreparable de una vida humana. Pero si la destrucción del teatro Romea fue absoluta, absoluta también fue la entrega de la Ciudad para recuperarlo cuanto antes. Así, pronto comenzaron los trabajos de reconstrucción, que volvieron a ser encargados a Justo Millán, y junto a los retoques y novedades que se introdujeron en su interior, también se aprovechó para reformar la fachada principal recargándola con una serie de detalles destinados a mitigar su austeridad original y dotarla de una imagen más ecléctica y palaciega.
La tercera inauguración del teatro Romea, segunda a cargo de Justo Millán, se produjo el 16 de febrero de 1901, sólo catorce meses después del incendio, y tanto la forma externa como las particularidades internas que mostró el recinto en aquella jornada son las mismas que, con los debidos arreglos y restauraciones, han llegado a nuestros días haciéndole conservar su carácter y estilo isabelinos. Por todo ello, hoy por hoy no es extraño, ni quizá del todo incorrecto, escuchar que fue el omnipresente arquitecto Justo Millán el autor del Teatro Romea.
Doble imagen de la fachada del Romea, acometida por Justo Millán.
En cualquier caso, y digan lo que digan, lo verdaderamente cierto es que con la noticia de la reconstrucción del Teatro Romea nuestro camino ha atravesado felizmente las puertas del siglo XX. Sin embargo, este nuevo siglo no iba a traer para el mundillo del teatro en la ciudad de Murcia ni tanta felicidad ni tanta afición como había dejado el recientemente terminado siglo XIX. El novedoso invento del cinematógrafo había comenzado a extenderse lenta, pero inexorablemente por todas las capitales europeas modificando los gustos y las preferencias de sus ciudadanos. Murcia no fue ajena a este movimiento y poco a poco muchos de sus antiguos teatros tuvieron que ceder ante el avance del cine reconvirtiéndose en salas de proyección para poder subsistir.
Sin embargo, a pesar de la expansiva tendencia del cine, a principios del siglo XX todavía pudieron verse aperturas de nuevos recintos teatrales en la ciudad de Murcia. Dos de estos centros tuvieron una vez más al Carmen como protagonista, ya que los teatros del Juvenil, 1910, y el Ferroviario, 1911, desarrollaron sus vidas artísticas en este barrio, aunque también es verdad que estas vidas fueron más bien testimoniales.
Mucho más lejos y mucho más alto llegó la importancia del teatro que se inauguró en la calle Lorca de la actual pedanía murciana de El Palmar, el teatro Bernal. Teatro cuya construcción fue posible gracias al impulso de la familia Bernal, la más acaudalada de esta población en la época. Inaugurado el 24 de julio de 1910, el teatro Bernal se caracterizaba exteriormente por la presencia de tres grandes y elegantes puertas en su fachada principal, las cuales daban acceso a un amplio y acogedor vestíbulo. Hacia el interior destacaban la armonía decorativa y la sencillez constructiva: un escenario cómodo, un patio de butacas suficiente y una galería única conformaban tal espacio dotándolo de un aforo para quinientos espectadores.
Vista actual del restaurado Teatro Bernal.
En cuanto a la trayectoria teatral de este recinto, debemos reconocer que, al igual que la del resto de teatros durante el siglo XX, no fue nada fácil. A los pocos años de su inauguración, el teatro sucumbió ante el ímpetu del celuloide y fue transformado en sala de cine. Más adelante, cuando empezaron a faltar los miembros de la familia Bernal, el local terminó echando el cierre para acabar sumido en el más absoluto abandono. Sin embargo, cuando todo parecía perdido, a finales del siglo XX el Ayuntamiento de Murcia decidió acometer una reconstrucción integral del inmueble con la intención de recuperarlo como teatro. De esta manera, el 3 de octubre de 2003 el viejo Bernal pudo reabrir sus puertas como teatro muchos años después y hacerlo además luciendo la misma imagen con la que lo vieron nacer casi un siglo atrás.
Después de haber rematado la historia del teatro Bernal desde su nacimiento hasta nuestros días, toca ahora regresar en el espacio al casco urbano de Murcia, y en el tiempo a los primeros años del siglo XX, para finalizar nuestro paseo por los escenarios históricos de la ciudad. Nuestra última parada nos va a llevar a la céntrica calle Vara de Rey, ya que, exactamente donde hoy se levanta el Cine Rex, el día 31 de octubre de 1914 fue inaugurado el teatro Ortiz, un pequeño teatro creado gracias a la perseverancia de Daniel Ortiz, un procurador de Murcia gran aficionado al teatro. Para valorar adecuadamente la audacia del señor Ortiz y los resultados de su proyecto debemos tener en cuenta que, a pesar de que este nuevo local abrió sus puertas en una etapa de clara decadencia teatral, sí que pudo gozar de una vida escénica que se prolongó durante quince largos años. Así, no fue hasta 1929 cuando el ya veterano teatro puso fin a su singladura dando paso al cine que hoy conocemos como Rex, pero que entonces se llamó Central Cinema.
Vista actual del cine Rex, antiguo Teatro Ortíz.
Pues bien, tras esta última parada en el teatro Ortiz, podemos dar por concluido nuestro viaje a través del tiempo y el espacio por los teatros históricos que ha conocido la ciudad de Murcia a lo largo de los siglos. Es cierto que aún podríamos habernos detenido en otros pequeños locales donde tuvieron lugar funciones de manera puntual. Espacios que fueron usados dentro de palacios, casas particulares, colegios, o incluso en plazas públicas. Sin embargo, no hemos considerado oportuno referirlos aquí debido a que estos locales no ofrecieron programaciones regulares ni disfrutaron de trayectorias apreciables ni dejaron información valiosa sobre sus emplazamientos y características.
Con la sana intención de haber podido llevar al inquieto internauta por una ruta de ensueño que le haya hecho evocar las vidas de aquellos lugares por los que la historia del teatro en Murcia fue dejando sus huellas, debo ahora despedir este maravilloso camino que hemos recorrido juntos por las calles de nuestra querida y legendaria ciudad de Murcia. Espero de corazón que ustedes, al igual que yo lo he hecho, hayan podido gozar del placer buscar y de la satisfacción de encontrar un secreto oculto y fascinante, una historia desconocida y sorprendente bajo el asfalto y detrás de los edificios. Espero también que se hayan dejado llevar, en cada parada y en cada rincón, por el encanto de imaginar las formas que debieron de tener todos aquellos coliseos cuyas sombras y cuyos ecos quizá aún, si guardamos silencio y nos concentramos lo suficiente, seamos capaces de percibir en lo más profundo de nuestras almas.
…> Continuará en la próxima entrega, el martes, 16 de diciembre.--> Breve Historia de los Teatros de Murcia (VIII)
Entregas anteriores:
Breve Historia de los Teatros de Murcia (I)
Breve Historia de los Teatros de Murcia (II)
Breve Historia de los Teatros de Murcia (III)
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