En estos tiempos de festivales ya comenzados, de eventos musicales que están por llegar; me gusta descubrir distintos tipos de música, diferentes agrupaciones sonoras con las que sentir que salir un sábado por la noche me ha valido la pena. Me adentro en la Sala Revólver y nada más poner los pies dentro descubro cómo el lleno del local se debe a un grupo murciano, Farfollers Garage Band. El cartel que los presenta dice que hacen Rock Covers. Es el momento de comprobarlo por mí mismo.
Comienza el show con Rocking in the free World, del maestro Neil Young. Pero noto algo en el público que es mágico: desde la primera nota, la gente salta y canta. Hace presagiar una buena noche. Los chicos de Farfollers lo sabían, por eso dieron tanto. Casi sin respirar atraviesan nuestros oídos Figure it out, de los británicos Royal blood. Y para rematar una tanda de canciones, apenas sin paradas entre una y otra, Whiskey in the jar hace que se muevan los pocos que no lo habían hecho ya. Sin ser la original de Thin Lizzy y más atrevida que la versión de Metallica. Sonó a nueva y original, desechando realizar fotocopias sin personalidad. Todo lo contrario, pues el cantante de Farfollers Garage Band tiene ese toque con el que nacen los grandes frontman del rock. Descaro, conocimiento y respeto a partes iguales.
Para sorpresa de los presentes, vuelven a lanzar una canción a medio camino entre la original y una versión con la se revitalizó hace unos pocos años. Chris Isaak viene a visitar la Sala Revólver en los acordes de Wicked game. Him realizó la mencionada versión en el año 2011, pero no tiene que ver ni con la original ni con lo que escuché el sábado. La de aquí fue mejor. Homenaje merecido para Motorhead al tocar The ace of spade, permitiendo el lucimiento merecido al bajista y al batería, y a por las motos mientras Born to be wild de los setenteros Steppenwolf suena acelerada y emotiva. Momento de expansión sonora del guitarra, ataviado con la soltura perfecta para demostrar su valía sin pestañear.
Esa es la característica más elegante de Farfollers, la velocidad con la que ejecutan dulcemente cada canción. Los temas que se oyen en sus conciertos son reconocibles, astutos y clásicos; pero ellos consiguen subir una marcha más y aceleran el tempo de los ritmos, rozando el hard core en más de una ocasión. Como cierre, Killing in the name of, de los renacidos The rage against the machine para dejar al público congregado con ganas de un próximo concierto. Y es que estos Farfollers Gargage Band son, como cantaba Iuso Expósito, unos demenciales chicos acelerados.