Desde el pasado viernes hasta el domingo, y razón de dos pases por día, el musical Sister act, uno de los más destacados del año, basado en la película homónima protagonizada en 1992 por Whoopi Goldberg, hizo una parada en Murcia dentro de su gira por todo el país que se saldó con un gran éxito .
La cita fue en el Auditorio Víctor Villegas, un lugar que con su magnífica acústica es ideal para este tipo de espectáculos, y sin duda, no lo fue menos en esta ocasión. La función presentó una cuidada escenografía con una excelente estética setentera, y unas actuaciones y coreografías cargadas de positividad y magia a ritmo de disco y soul de los 70 que hicieron las delicias del auditorio proporcionándole un entretenimiento de primer nivel.
Y es que ese el objetivo principal de la obra, ofrecer ese entretenimiento sin más pretensiones, durante más de 2 horas manteniendo un nivel constante en el que en ninguna fase de la función decayó el ritmo. Y todo, a través de una historia sencilla, ya conocida por la película – aunque presenta diversos cambios- en la que la protagonista, Deloris van Cartier, una cantante criada en las calles que sueña con el gran éxito en el mundo de la música y malvive de club en club en Philadelphia en busca de una oportunidad, presencia el asesinato de un hombre a manos de su novio gangster y dueño del club, y para esconderse de él y de su banda, termina refugiada en un convento.
El montaje presenta una música original, diferente a la del film, con canciones creadas ex profeso para el musical de Broadway por Alan Menken, y adaptadas aquí al español, con gran gancho algunas de ellas como Llevame al cielo o Es tu voz. Y de la misma forma, la adaptación al español del libreto realiza algunos chistes con referencias locales -como el de Sor Citroen o el de "Ave María, cuando serás mia"- que consiguen la sonrisa del público, y que junto con un buen ejecutado humor físico, se combinan bien con la mayor fuente de risas de la obra, que es ese juego con el contraste del carácter disciplinado monacal de las hermanas con las formas bohemias y de la calle de Deloris, que produce ese humor blanco plagado de chistes de tópicos religiosos que mantienen constantes las risas durante los dos actos de la obra.
Y es que las escenas del convento en las que interactúan las hermanas son lo mejor de la función, por lo que, sin desmerecer al grupo de gangsters, con un gracioso numero con falsetes a lo Bee Gees o al amigo policía, son los personajes femeninos, excepción hecha del personaje de monseñor de Fermí Reixach, y su evolución progresiva hasta su desmelenamiento, los que terminan por sobresalir en la obra. Comenzando por una espectacular Mireia Mambo Bokele, que borda el papel de Deloris mostrándose como un terremoto de energía y simpatía, y una voz auténticamente portentosa. Le da bien el contrapunto la experimentada Angels Gonyalons como madre superiora, y resultan asimismo, muy divertidas los personajes de la tímida novicia María Roberta y la gruesa y extrovertida hermana María Patricia.
El musical, así pues, cumplió sobradamente su propósito, y, sin engaños dió lo que prometía. Es un argumento sencillo, pero consiguió hacérselo pasar bien al público durante toda su duración. Al final, el auditorio terminó en pie durante el último número musical moviéndose al ritmo de los protagonistas y abandonando después el recinto con un sonrisa en la boca.