Anoche, con motivo de la presentación de Mantén el vuelo, segundo EP de la banda murciana El Octavo Pasajero, arribamos a la Sala Revólver dispuestos a dar cuenta de un concierto que, ya desde los días previos, apuntaba a acontecimiento importante y señalado dentro de la historia de la más prometedora escena regional.
Y lo cierto es que, ya en la Sala, a eso de las doce, la cantidad y la calidad de caras conocidas, entre las que estaban Carlos Vudú, Alv Mc Martin o Julián Balibrea entre otras, no hizo sino confirmar nuestros pronósticos acerca de la talla del evento que estaba a punto de comenzar.
Así, con el aforo de la Sala apuntando a lleno y con el ambiente alcanzando un nivel óptimo, El Octavo Pasajero, con José Luís Manzanero a la cabeza, hizo acto de presencia sobre las tablas de La Revólver a las 12:15h para iniciar la velada arrancando su espectáculo con la energía de las guitarras eléctricas frenéticas y los coros desaforados de Old Man, introducción instrumental con la que la banda, sin dejar de tocar, daría paso a Mantén el vuelo, tema de ritmo vivo y sinuoso, guitarras poderosas, letra evocadora y estribillo contagioso en el que El Octavo Pasajero ha encontrado un rotundo sencillo con el que, además, dar nombre a su segundo trabajo de estudio.
Tras la descarga de Mantén el vuelo llegaría Todo, tema rápido y directo de sonido indi en el que la guitarra afilada, aguda y luminosa de José Antonio Herrera empezó a destacarse para marcar y potenciar la intensidad con la que la banda estaba iniciando su concierto. Y sin bajar esa intensidad, pero sí acompasando algo más el ritmo, sonó Fácil, medio tiempo de aire más pop en el que la letra, en clave de amor, compartiría protagonismo con los desarrollos instrumentales. Para el siguiente corte, El Octavo Pasajero se reservó otra de las joyas más brillantes de su repertorio, Bobo, deliciosa balada rock de estribillo muy marcado que nos trajo al recuerdo a los mejores Piratas.
A continuación llegaría el toque exótico y diferencial con la distorsión en las guitarras, el aire funky y el falsete de Manzanero en New Old Man, movido tema cantado en inglés y español que resultó ideal para poner a bailar al público, que ya abarrotaba la Sala. El octavo pasajero, la canción, balada rock de guitarras rasgadas, fue la siguiente en sonar justo antes de dar paso a dos temas del nuevo trabajo que se presentaba: Constelación y Desaparecer. Entre estas, destacó la primera por mostrar ese sonido indi vivo, nervioso, de cuidada factura, de punteos excelentes, de coros y letras depuradas que está convirtiendo a El Octavo Pasajero en un grupo comparable a los mejores de la escena española actual.
Inevitablemente, canción que estrenaban en vivo, a pesar de que pareció que llevaban toda la vida tocándola, marcó otro de los puntos álgidos del espectáculo antes de que la banda interpretara la única versión de la noche, The wall, de Pink Floyd, que variaron imprimiéndole un ritmo más rápido y un sonido más rockero. A partir de aquí, el concierto se encaminó hacia su recta final, pero siguiendo una línea ascendente en la que destacarían El loco al cuerdo, La tregua, espectacular balada rock, y Raro, último tema del EP que se presentaba y que de nuevo trajo el mejor sonido indi justo antes de que la banda repitiera Mantén el vuelo para poner el punto final a un concierto que fue verdaderamente magnífico.
Y ahora, que los ecos de El Octavo Pasajero en la noche de ayer se han apagado, sólo queda traer a la memoria la cuidada factura de lo brindado, el empaque de los músicos, las hechuras de banda grande, el sonido plenamente actual, las canciones que enganchan a la primera escucha, las letras depuradas en las que nunca sobraba ni una palabra… En definitiva, los valores de una banda hecha y curtida, pero joven para llegar a tiempo a donde quieran; una banda que tiene las ideas claras y lanza mensajes inteligentes y bien construidos; mensajes como señales de radio emitidas al espacio desde un pequeño planeta a la espera de que alguna nave de carga se acerque lo suficiente para escucharlas…