Fotografía: Juan Luís Velazquez.
Tras la contundente derrota recibida en el Nuevo Carlos Tartiere de Oviedo, regresaba el Real Murcia a la Nueva Condomina con la intención de olvidar lo antes posible el descalabro sufrido en tierras asturianas y retomar la senda del triunfo que le había llevado hasta el primer puesto de la clasificación jornadas atrás.
Así, con su incansable afición arropándolos como siempre desde las gradas, y con el tema de la venta del club animando muchos corrillos, saltaron los jugadores granas al terreno de juego para medirse al Sporting de Gijón B, un filial instalado en la parte baja de la tabla que llegaba a Murcia con la intención de arañar algún punto que le permitiera huir de los puestos calientes del grupo I de la Segunda B.
El encuentro comenzó con dominio alterno y con algunas jugadas aisladas que, aunque fueron vistosas, no acabaron de generar verdadero peligro. La sorpresa vino a saltar muy pronto en la Nueva Condomina, ya que en el 10 de juego el portero local, Fernando, no acertó a despejar bien un disparo lejano del sportinguista Benito y su deficiente rechace lo cazó el visitante Alex García para inaugurar el marcador. 0-1, y al Murcia parecía volver a atragantársele otro partido en su feudo.
Por fortuna para los granas, su respuesta no se hizo esperar y tan sólo 4 minutos después, en el 14, Carrillo en una jugada de raza logró llevarse el balón por fuerza y, cuando parecía que se quedaba sin ángulo para el lanzamiento a puerta, se sacó de la chistera un terrible zapatazo al palo corto que se coló por toda la escuadra en la portería visitante. 1-1, golazo y clamor de alivio en la Nueva Condomina.
A partir de la igualada, el conjunto pimentonero trató de imponer su juego. Con un dominio más bien impreciso y difuso, los granas crearon ocasiones no demasiado claras a base, sobre todo, de balones parados y centros al área. Por su parte, el filiar sportinguista también gozó de alguna oportunidad para acercarse a los dominios de Fernando y llevar la inquietud a la parroquia local. Sin embargo, pese a estos intentos, tímidos, de unos y otros ya no se movió el marcador hasta el final de la primera mitad.
En la reanudación el Real Murcia, esta vez sí, pareció meterle una marcha más al partido e imprimir la intensidad que las circunstancias exigían. Así, la primera ocasión local no se hizo esperar y ya en el minuto 2 Javi Flores, después de una espectacular arrancada, disparaba a puerta para que el portero visitante Dennis conjurara el peligro. Los acercamientos del Murcia, ahora sí, se sucedían uno tras otro. En el 8, y con Javi Flores de nuevo como protagonista, éste cedió atrás para que su compañero Armando, que llegaba por el centro del área, marrara una ocasión clara tras encontrar su remate la oposición milagrosa de un defensor rival.
Se mascaba el gol en la Nueva Condomina y a fe que no tardó en materializarse, ya que fue en el 12 cuando el canterano Álvaro Marín, tras una magnífica jugada por la banda, llegó, como mandan los cánones, hasta la misma línea de fondo para servir un centro medido al área que remató a gol Carrillo entre dos defensores rivales. 2-1, remontada y sonora ovación de una afición que por fin veía a un equipo en quien reconocerse.
Por desgracia para la fiel hinchada murcianista, el dominio de su equipo fue desinflándose conforme fueron pasando los minutos. Así, aunque fue el Real Murcia el que gozó de las mejores ocasiones para ampliar su ventaja, también el cuadro asturiano tuvo acercamientos de peligro al área grana. Sin demasiado fútbol y sin demasiados sobresaltos el partido se abocó al 2-1 con el que terminó.
Más allá de la entrega de los jugadores, lo mejor, una jornada más en casa, volvió a estar en la grada, ya que hasta 7500 espectadores se congregaron para llevar al Real Murcia su aliento y su ánimo. Esperemos que pronto esta maltratada hinchada pueda recibir parte de ese aliento y ese ánimo en forma de noticia institucional que le permita, por fin, ver el fútbol y el futuro con optimismo y en grana.