Convencidos, como Georges Bataille, de que en el arte la idea de forma solo puede ser concebida desde la asimilación de su naturaleza mutable, este jueves nos acercamos al Cuartel de Artillería de Murcia para presenciar el concierto de Enrique Bunbury; precisamente, uno de nuestros músicos a lo largo de cuya obra es posible percibir con mayor nitidez –al igual que en “L´informe” o en “I Ching”- la existencia de ese principio metamórfico que rige el desarrollo de toda forma, sea artística o no.
Así, a eso de las 22:00h y con el ambiente de las grandes ocasiones llenando de expectación la amplia plaza de armas del recinto, nos dispusimos a leer junto a Bunbury su “Libro de las mutaciones”; último disco editado del cantante zaragozano en el que éste ofrece en directo una interesante visión retrospectiva de algunos de los temas clave que han marcado la evolución -y las mutaciones- de su música desde que fuera líder de Héroes del Silencio hasta nuestros días.
De este modo, con todo listo sobre el escenario, Enrique Bunbury arrancaría la velada con Iberia sumergida para, a continuación, proseguir con canciones como El club de los imposibles, Destrucción masiva, Sirena varada, Porque las cosas cambian, y concluir con El camino del exceso y Avalancha lo que podríamos calificar como la primera parte de un recital en la que tuvieron un peso destacado temas de Héroes que sonaron, en líneas generales, más pausados que en sus versiones originales.
Más adelante, y ya metidos en la segunda fase del concierto, la visión se ampliaría poniendo el acento en la carrera en solitario del aragonés mediante una colección de éxitos que resultaron verdaderamente irresistibles. Y así, serían interpretados temas como Que tengas suertecita, Alicia, El extranjero, Infinito o Despierta en los que Bunbury se entregó por completo y que fueron coreados por las cinco mil personas que llenaron el recinto -más limitado de lo habitual- del Cuartel de Artillería.
Afrontando la recta final y observando cómo la luna llena se elevaba por encima de los antiguos pabellones militares iluminando la noche, llegarían dos nuevos guiños a Héroes del Silencio con Mar adentro y Maldito duende antes de que se pusiera fin con Lady Blue a un recital que tuvo, ya en los bises, una última apelación a la edad heroica de Bunbury con La chispa adecuada y que concluiría definitivamente con Y al final a las 00.10h.
Y al final, acerca de la velada del jueves, bien podría destacarse, junto a la solvencia de la banda y al derroche vocal de Bunbury, el acierto en la elaboración de un repertorio en el que los temas de Héroes del Silencio, sonando más maduros y acompasados, lograron integrarse a la perfección en el conjunto del espectáculo para demostrar que, aunque Bunbury habrá de mutar para ser fiel a su naturaleza metamórfica, jamás dejará de ser un héroe.