Cuando se juntan en un mismo evento poesía y música, la velada planea ser mágica. Pero si todo se enmarca en el clásico local murciano Zalacaín, la noche pasa a ser algo mucho más importante. Miguel Ángel Delgado reunió a un buen número de seguidores para ofrecer su nuevo trabajo, “El mundo en la boca”.
Abrió el concierto el prometedor cantautor Pedro Quílez; joven músico aparecido recientemente en la escena de la Región con un presente atronador y un futuro aún más brillante. Tras él entraron en escena, como si de un interludio teatral se tratara, el poeta Pedro Teruel y el ya nombrado Miguel Ángel Delgado ofreciendo una suerte de poemas musicalizados y de canciones recitadas. Repertorio repartido entre ambos y de cosecha propia. Veinte minutos después, fue Delgado quien cogió su guitarra, se colocó la armónica en el cuello y comenzó a cantar como sólo él sabe hacer. Con un estilo tan personal como reconocible, fue combinando temas de su disco con canciones nuevas y listas para ser grabadas en estudio. No faltó en su listado de canciones el guiño a coplas bunburyanas y dejó caer con elegancia Apuesta por el rock and roll.
Hacía tiempo que el cantautor granadino no se dejaba ver por tierras murcianas y la concurrencia se lo agradeció coreando sus canciones y aplaudiendo efusivamente cuando acababa cada ejecución. Delgado es un músico curtido en los escenarios de todo el país, lleva el tiempo suficiente componiendo y cuando toca su guitarra no sólo le logra sacar magníficos sonidos, sino que la acaricia de tal modo que hipnotiza. Hacía tiempo que un concierto tan íntimo no se convertía en un acontecimiento tan brillante y tan bien ejecutado.
Con muy buenas maneras, Zalacaín sonó a Bob Dylan, a Bunbury, a Cohen y a Quique González. Pero sobre todo se escuchó a un cantante con temas marca de la casa, reconocibles a la primera escucha, y repletos de poesía en sus letras. Hacía tiempo que la música y la poesía no se daban la mano de un modo tan armonioso y cautivador. Es de agradecer el entusiasmo con el que se preparó el concierto del pasado sábado. Da gusto salir de un local canturreando las canciones escuchadas, silbando las melodías y con un buen disco en la mochila. Lo íntimo se hizo excelente.