Con motivo de la representación de la obra de teatro “Morir en Oz”, que hoy viernes por la tarde dará tres funciones en La Casa Habitada, decidimos acercarnos a la céntrica calle San Martín de Porres para abrir las puertas de este reformado edificio, que es sede de la Fundación RAIS en Murcia, y dar a conocer los proyectos y trabajos que desarrolla en el interior de La Casa esta asociación que nació en Madrid hace casi veinte años con el fin de ayudar a las personas sin hogar.
Así, convencidos de que la historia que vive en La Casa Habitada merecía ser contada, este pasado martes acudimos a la cita que habíamos concertado con Guillermo Nicolás -dinamizador de La Casa- para recorrer junto a él las estancias más importantes de este gran hogar y escuchar de sus labios no solo cómo trabaja RAIS a diario, sino también cómo consideran que la programación de espectáculos puede ayudar a la integración de aquellos que atraviesan por una situación de exclusión social.
De este modo, cruzando el portal acristalado de La Casa Habitada, lo primero que nos encontramos, a la izquierda, fue un amplio y luminoso salón-comedor dotado no solo de los instrumentos más usuales que pueblan las cocinas de cualquier casa, sino también de una acogedora sala de estar conformada por cómodos sofás, varias estanterías colmadas de libros, ordenadores personales y una televisión colgada de una pared tras la cual se hallaba una enfermería en la que se pasa consulta a diario.
-Es microteatro con objetos –nos aclaró Guillermo sobre “Morir en Oz”-, vamos a dar tres pases: a las 20h, 20:30h y 21h. Los personajes son representados mediante objetos cotidianos. La obra fue escrita por Juanma Soriano y es Beatriz Maciá la actriz encargada de dar vida a los objetos para que éstos se conviertan en los personajes de la historia. Se estrenó el año pasado en el Teatro Circo y después se representó en el Café Ficciones y tuvieron que programar nuevas fechas debido al éxito que tuvo.
Volviendo sobre nuestros pasos, daríamos, antes de llegar a las escaleras, con el cuarto de lavandería, lugar en el que las personas atendidas por la Fundación se encargan de lavar su ropa cuando así lo desean. Más arriba, subiendo las escaleras que nos habrían de llevar a la primera planta, llegaríamos, dejando a mano derecha los vestuarios y las duchas, a la zona de albergue: gran sala alargada dotada de dieciocho camas con sutiles divisiones entre ellas para proporcionar intimidad y descanso a las personas acogidas.
-Cuando he hablado con compañías –nos dijo Guillermo sobre de la posibilidad de programar teatro regularmente-, muchas han pedido caché. Y es totalmente legítimo, pero nosotros no tenemos presupuesto para asumir ese riesgo. Así que lo que al final hacemos es ceder los espacios, pero eso requiere que vengan. De hecho, una vez que las compañías vienen, ven los espacios y conocen el proyecto de La Casa, siempre actúan. Incluso muchas han acabado donando la entrada porque el proyecto es bonito.
Subiendo hasta la segunda planta y después de atravesar un despacho común en el que había varias mesas de trabajo, accedimos al coqueto salón de actos de La Casa Habitada: espacio diáfano, moderno y cómodo con capacidad para unas cincuenta personas que aspira a convertirse, merced a su versatilidad, en punto de encuentro de las personas sin hogar con el resto de la ciudadanía a través de los talleres formativos, actividades culturales y espectáculos de ocio que se realicen en él.
-Tuvimos una compañía de teatro –respondió Guillermo a nuestra pregunta sobre si se habían planteado en la fundación formar una compañía con las personas atendidas-, actuaron el día de la inauguración. La obra se titulaba “Las voces del día a día” y fue emocionante porque la escribieron ellos tomando sus experiencias de vida. Pero los responsables de llevar el teatro no pudieron seguir con el compromiso. Ahora nos encantaría que alguien cogiera ese proyecto porque el teatro para las personas que están aquí es una terapia increíble. Cuando estas personas se suben al escenario, se dan cuenta de que sus vidas adquieren un protagonismo que en su día a día no tienen. Y es que el teatro contribuye a darles visibilidad como seres humanos, ya que muchas veces se sienten invisibles cuando están en la calle.
Más adelante, pasaríamos por diversas salas –todas luminosas y decoradas con colores alegres- utilizadas como lugares para la lectura y el estudio, así como para dar charlas y celebrar reuniones, antes de conocer que en las plantas superiores de La Casa Habitada existe una vivienda de acogida para una familia y otra especialmente acondicionada para facilitar la recuperación de aquellas personas que salen del hospital y carecen de una lugar en el que convalecer con la tranquilidad necesaria.
-Acerca de programar conciertos –nos confesó Guillermo-, la situación es muy parecida a la del teatro, aunque con la particularidad de que los conciertos deben empezar, como muy tarde a las 21h. Y aunque eso es algo que choca a algunos al principio, cuando los músicos vienen aquí, les explico el proyecto y por qué lo hacemos, siempre acaban tocando. Pero de primeras es cierto que cuesta romper con esa frialdad inicial hasta que entienden qué es La Casa Habitada. Además pueden poner la entrada que quieran y cobrarla porque el importe de la entrada, tanto en el caso del teatro como en el de los conciertos, va para los artistas. Por eso me gustaría que La Casa se convirtiera en un punto de referencia cultural y que la gente con inquietudes artísticas supiera que nos puede solicitar el uso de los espacios para desarrollar sus espectáculos.
Y así, tocando a su fin nuestra visita a La Casa Habitada convencidos de haber recorrido los pasillos y las habitaciones de un verdadero hogar en el que, gracias a su vocación integradora, se han puesto los medios necesarios para propiciar el encuentro entre las personas en situación de exclusión y el resto de la sociedad sin las trabas ni los prejuicios ni los miedos que fuera, en tantas ocasiones nos aleja y separa de aquellos que son, en realidad, nuestros iguales, nos despedimos de Guillermo Nicolás dándole las gracias por la buena disposición con la que nos atendió y deseándole la mejor de las suertes en su empeño por encontrar, entre nuestros actores y músicos, valientes aliados que apoyen su hermosa y noble causa .