Como si de una ciudad encantada por la música tradicional y la danza se tratara, durante esta semana –y hasta el próximo viernes, día 14- el entorno de la Catedral de Murcia se convertirá en un inmenso escenario para acoger las actuaciones de la 50ª edición del Festival Internacional Folklore en el Mediterráneo.
Así, aunque el encendido de la simbólica “Antorcha de la Amistad” se produjo anoche en una abarrotada Plaza del Cardenal Belluga para declararlo inaugurado, ya el lunes en Plaza de la Cruz –a la hora en que los últimos rayos de sol recortaban de naranja el cielo contra las azoteas- fue la Asociación Musical Las Musas de Guadalupe la encargada de abrir con éxito el festival de música más longevo de España ofreciendo un cuidado concierto en el que, junto a algunas de las piezas más íntimamente ligadas a la identidad sonora de Murcia, serían interpretadas reconocidas composiciones internacionales.
De este modo, iniciando su recital con las “Coplas Murcianas”, la Asociación Las Musas no solo rendiría homenaje al maestro Manuel Massotti Littel, sino también a dos de sus más ilustres discípulos: el tenor Ginés Torrano y el catedrático Ginés Abellán; quienes alumbrarían el Himno al Festival que, escrito por el primero en 1972 y arreglado por el segundo en 2002, sería por fin estrenado en directo este lunes gracias a la inestimable colaboración de la Coral Discantus.
En consecuencia, complementando la solemnidad que merecía la ocasión con distendidas explicaciones a través de las cuales conseguiría suscitar la atención del público y facilitar la asimilación del concierto, el magnífico José Ibáñez Barrachina dibujaría con agilidad, simpatía y entusiasmo un rico y variado espectáculo que tuvo mucho de clase magistral y que, como mandan los cánones del folklore murciano, concluiría con ese himno oficioso de la Región que es La Parranda.
Ya en la noche de ayer, y ante un Edificio Moneo sobre cuya fachada se proyectarían los colores de las banderas de los países participantes en esta edición del festival, la velada profundizaría en las raíces del folklore mediterráneo con una sucesión de actuaciones en las que los bailes tradicionales se alternarían con el canto lírico para acabar ofreciendo un vistoso concierto en el que la parte estrictamente musical correría a cargo de la Rondalla y de la Orquesta Lírica de Murcia.