Aún ardía la calle al sol de poniente cuando comenzó a colarse con notable persistencia en las conversaciones de los asistentes al Festival SOS 4.8 el nombre de un grupo que, por fortuna, se ha convertido en habitual en esta cita musical murciana, el nombre de los granadinos Lori Meyers. Posiblemente, la banda de ámbito nacional que con más brillantez ha sabido crecer, a base de perseverancia, carretera y conciertos, hasta llegar a ser faro e iluminar, en una de las épocas más oscuras para la difusión de la música de verdad en nuestro país, a toda una generación de nuevos grupos que, etiquetados con el ambiguo y muchas veces despectivo nombre de indis, han venido a renovar y revitalizar nuestra gastada y acorralada escena musical española.
Así, no sólo por la expectación creada entre el público, sino principalmente por lo que esta banda -joven, pero tremendamente experimentada- ya significa en la historia moderna de nuestra música, decidimos esperar a que cayera la noche como si estuviéramos en una escuela de calor para vivir, apostados desde el mejor lugar y con la mayor atención posibles, el espectáculo que nos venía a ofrecer Lori Meyers y que estaba programado para las 23:10h en el escenario principal del Festival, el Escenario Estrella de Levante.
Y con puntualidad británica, y ante más de 20.000 espectadores, –cuántos equipos de fútbol ya quisieran tener semejante cantidad de público- los granadinos hicieron acto de presencia para comenzar su recital con la canción que dio título a su primer LP, Hostal Pimodán. Pronto, concretamente a la segunda oportunidad, la locura ya se abriría paso entre la concurrencia cuando empezaron a sonar los acordes de la poderosa Luces de neón, tema que fue ejecutado con toda la energía que precisaba justo antes de dar paso a otro de los hitos más conocidos y felices de la banda, Luciérnagas y mariposas.
Con el concierto aún en fase de despegue llegarían dos canciones del último LP de la banda, la primera, la movida Una señal, que a base de ritmo y sintetizadores logró estabilizar el nivel de intensidad de la velada, y, la segunda, la arrolladora Planilandia, que volvió a desatar los ánimos entre los asistentes. Quizá con la intención de poner un poco de pausa, los de Loja aprovecharon entonces para presentar la evocadora Telescopio Hubble en vivo, una canción inédita que recientemente han compuesto para conmemorar el 25 aniversario del célebre telescopio espacial.
Más adelante, llegando al cuerpo central del espectáculo, Lori Meyers hizo sonar otro de esos temas que han conseguido colar en la memoria colectiva de sus seguidores, la melancólica y melódica Tokio ya no nos quiere. A continuación, Funcionará, Mujer esponja, Explícame y La pequeña muerte completarían y cerrarían esta fase del concierto, que podríamos decir que estuvo marcada por los medios tiempos, los arranques instrumentales, los estribillos pegadizos, el protagonismo de las guitarras y el acierto en los coros.
Ya para encarar la recta final, la banda decidió apretar el acelerador con el objeto de imprimir una nueva velocidad al concierto a base de una sucesión de canciones que terminarían por elevar en saltos y deshacer en coros a todos los presentes. Así, Mi realidad, ¿Ahá, han vuelto?, El tiempo pasará, Alta fidelidad y Emborracharme, con la que concluyó el concierto a eso de las 00:30h, fueron las piezas más destacadas de la última fase de este espectáculo. Un espectáculo que, si bien cumplió con las altas expectativas puestas sobre él, no es menos cierto que también dejó a algunos con ganas de más. Y es que hay que reconocer que, aunque los granadinos han podido crecer gracias a los festivales, quizá el formato "breve" -una hora y quince minutos en esta ocasión- que estos eventos requieren de sus conciertos pueda percibirse por algunos como corto para disfrutar en la medida que se merece de Lori Meyers, una banda cuyo repertorio no sólo tiene mucha calidad, sino también mucha cantidad.
En cualquier caso, ponderando como fundamental el papel que los festivales han venido jugando durante los últimos quince años en pos de la promoción de grupos que por su cuenta lo habrían tenido harto complicado para darse a conocer, no podemos sino concluir esta última crónica de la edición 2015 del SOS 4.8 felicitando tanto a la organización, por el fantástico resultado de afluencia registrado, como a Lori Meyers, por su magnífica entrega en directo. Un directo del que esperamos poder volver a disfrutar, como muy tarde, en la próxima edición del SOS.