Inmersos en su gira 40 Aniversario y apenas unos días después de sacar al mercado su último disco de estudio, “Rock Ola Blues”, Los Rebeldes llegaron este sábado a Murcia para presentarse ante una Sala REM que, llena hasta la bandera, le tributaría un más que merecido recibimiento a la que es una de las bandas clave de la historia del rock and roll en España.
Así, con Carlos Segarra liderando un magnífico sexteto compuesto por Tico Portolés al saxo, Miguel Ángel Escorcia a la guitarra, Cuti Vericad al piano, Miguel Miñana al bajo y Pedro Delgado a la batería, el concierto arrancaría como una exhalación de la mano de tres clásicos -Quiero ser una estrella, Las dos caras de la moneda y El loco de la autopista-, que servirían para poner a bailar a la sala justo antes de lanzar el que sería el primer tema extraído del nuevo disco, El chico de la guitarra; alegre rock de ritmo contagioso cuya letra rememoraría con gracia y estilo uno de los episodios iniciales de la adolescencia musical del propio Segarra.
De este modo, mezclando con maestría clásicos indiscutibles de la banda con nuevas canciones que acabarían engarzándose a la perfección dentro del repertorio, el recital avanzaría con paso firme hasta alcanzar y superar su ecuador mientras se alternaban temas tan celebrados como Harley del 66, Un español en Nueva York o Mía con nuevos hitos de Los Rebeldes, como el pegadizo rockabilly de El Gato chivato, el elegante rock con alma de bolero de Anoche, o la balada de espíritu motero de Colores al viento.
Entonces, acercándose a la hora y media de recital, la banda, lejos de aminorar la frenética marcha, pisaría aún más a fondo el acelerador de las emociones para adentrarse como alma que lleva el diablo en la recta final de la velada; tramo decisivo en el que sonarían junto a la deliciosa Rock Ola Blues buena parte de los éxitos que han cuajado de admiración y reconocimiento la carrera de Los Rebeldes.
En consecuencia, al son de temas que serían cantados a coro por el público, como Eres especial, Mi generación, Rebeca o Mediterráneo, el concierto llegaría hasta su último capítulo aunando en un bis inolvidable la pausa de esa balada eterna que es Bajo la luz de la luna con el rock desaforado de Mescalina para ponerle el broche de oro a una noche mágica de más de dos horas de puro rock and roll
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