Este sábado, recorriendo a la luz de la luna los tejados de la ciudad como gatos sin dueño, llegamos frente a la Plaza de Toros de Murcia para presenciar, al abrigo de sus bóvedas y galerías centenarias, la puesta de largo de “El mundo en la boca”, primer LP del joven cantautor y médico granadino, Miguel Ángel Delgado.
Así, al filo de la medianoche y ante un público entre el cual se hallarían presentes numerosas figuras de la escena regional como Maskarine, Juanfran Esparza, Reinaldo Parra, Dani Serrano o Blanca Cremades, el protagonista de la velada, acompañado por Luis Alberto Navarro al bajo, José Pascual Pacheco a la guitarra y Adrián Navarro a la batería, arrancaría su concierto más esperado haciendo sonar Revólver y Refugio; dos canciones de melodías luminosas y letras evocadoras ambientadas en los que han sido hasta la fecha los dos principales escenarios vitales de Delgado: Murcia y Granada.
Concluida la rutilante Supernova, que brillaría con la misma intensidad que aquellas personas de vidas vividas al límite sobre las que versa, la banda, que hasta el momento había desarrollado a la perfección un pop-rock ciertamente enérgico y contagioso, dejaría solo al cantante para que éste, cambiando la guitarra eléctrica por la acústica, bajase el tempo del concierto interpretando en clave íntima tres temas -Cristal y alcohol, El que yo iba a ser y Silvia- en los que destacaría su voz dulce y bien templada.
Más adelante, con los cuatro músicos nuevamente sobre el escenario para hacer recuperar a Miguel Ángel Delgado su sonido más rockero, el recital alcanzaría su ecuador a lomos de la delicada El mundo en la boca y de la mítica Wish you were here, de Pink Floyd. Entonces, con la banda acelerando a fondo, llegarían la emocionante ¿Dónde está mamá? y la frenética El jardín de Dorian para vislumbrar tras el delicado medio tiempo, Yo maté al ruiseñor, la recta final de la velada.
De este modo, apurando los últimos temas del repertorio, Delgado y su banda echarían toda la leña al fuego para Arder de energía y, ya sin frenos, culminar la noche con Roto por dentro y Gato pardo ante un público que reconocería con aplausos no solo la calidad de las composiciones llenas de lirismo del granadino, sino también el despliegue instrumental de unos músicos que, a pesar de llevar pocos conciertos tocando juntos, lograron sonar como un auténtico grupo.
Y al final, sorteando las barricadas de miedo que a algunos -creyéndose defensores, bien de la libertad, bien de la nación- les habría gustado levantar este pasado fin de semana en Murcia, salimos una vez más a las calles de nuestra ciudad maullando canciones antes de desaparecer por los tejados no sin antes preguntarnos, con cierta tristeza, si alguna vez conseguiremos librarnos de los fanatismos y hacer que España sea ese país moderno y technicolor con el que soñamos.