Hasta hace varias semanas algunos buenos amigos venían diciendo que el Real Murcia era una “comparsa” –eso sí, con todo el respeto y con todo el cariño- en el grupo I de la Segunda B y que -ni por asomo- los pimentoneros podrían soñar con meterse en puestos de promoción a Segunda División. Pues bien, cinco semanas después de la última vez que oí estos comentarios tan desafortunados, y casi unánimes, el cuerpo técnico y los jugadores del Real Murcia, han conseguido, con el apoyo de su afición incondicional –la de verdad- ganar 5 partidos consecutivos, sumar 15 puntos de 15 posibles, y auparse a lo más alto de la tabla -sólo superado por el Real Oviedo-.
El problema de hablar por televisión o de escribir en un periódico, o en una página web, es que te pueden pasar estas cosas. Pero al hecho de fallar en un pronóstico no hay que darle mayor importancia, lo que tiene importancia es no saber de dónde vienes, dónde estás y, en consecuencia, qué puedes exigir.
La realidad del Real Murcia es que el año pasado estuvo cerca de subir a Primera División, luego fue descendido administrativamente a Segunda B, su equipo acabó desmantelado y, tras una larga agonía, apenas pudo presentarse con una plantilla confeccionada en 15 días, y con una semana de retraso, al comienzo de la liga en el grupo de Segunda B más alejado de Murcia. Por todo esto, el hecho de que el Real Murcia, no sólo no esté hundido en la clasificación, sino que se halle casi en la cabeza, debería hacernos a todos recapacitar, respetar de verdad, y reconocer el trabajo descomunal que están haciendo los jugadores y el cuerpo técnico del Murcia.
Por otra parte, a algunos buenos amigos me gustaría preguntarles qué creen que es un partido de Segunda B. Si en Segunda División nos hartábamos de decir que la igualdad era máxima y el juego escaso, en Segunda B, una categoría más baja y denominada “pozo” con toda justicia, no podemos esperar otra cosa que el hecho de que la igualdad sea aún mayor y el juego, aún más escaso. En Segunda B, para el que no se haya dado cuenta, el fútbol es de brega, de garra, de meter la pierna, de achicar espacios, de poca velocidad, de pases imprecisos, de pelotazos largos, de colgar balones a la olla, y, en general, de pocos goles. En definitiva, Futbol malo, pero al menos fútbol de emoción. Esto es lo que hay, y en las circunstancias en las que está el Real Murcia sería muy injusto pedirle más que la entrega con la que se viene aplicando y los extraordinarios resultados que ya estaba obteniendo y que ahora ha aumentado.
En lo estrictamente deportivo, si el partido de esta tarde tuvo unas características semejantes a las del resto de encuentros que hemos visto esta temporada en la Nueva Condomina, también es cierto que contó con la sorpresa y el aliciente de tener que remontar el gol inicial de la UP Langreo. Tanto logrado por Robert en el minuto 20 de la primera parte tras adentrarse en el área local y soltar un tremendo latigazo que se alojó en la meta local tras golpear en el larguero.
Así, pronto a los pimentoneros les tocó remar a contracorriente y tratar de buscar la igualada antes de que su rival se fuera haciendo fuerte. Por fortuna para los de Aira, el gol del empate no iba a tardar en llegar, ya que apenas 15 minutos más tarde, en el 35, Jairo lograba poner las tablas en el electrónico merced a un tiro raso que se coló pegado a la cepa del palo de la meta defendida por Adrián. Con este gol, que fue celebrado con estruendo en la grada de la Nueva Condomina, Jairo venía, no sólo a resolver una jugada embarullada en el área visitante, sino también a proyectar algo de luz sobre el partido.
Sin embargo, a pesar del revés recibido, el Langreo, lejos de venirse abajo reaccionó y a punto estuvo de volver a ponerse por delante sólo un minuto más tarde a través de una jugada que los jugadores asturianos no fueron capaces de resolver en el área grana. Por su parte, el Real Murcia también se vino arriba y gozó, tras la ocasión del Langreo, de la suya gracias a un cabezazo de Arturo que repelía el larguero de la meta visitante.
De esta manera, con mayor ritmo y con mayores ocasiones nos fuimos al descanso tras la finalización de una primera parte que se había terminado animando en su tramo final. En la segunda mitad, a pesar de las ganas con las que salió el cuadro local, y a pesar de la ocasión de gol que tuvo Arturo para el Real Murcia en el minuto 10, lo cierto es que el partido volvió a entrar en una fase de mucha tensión y pocas ocasiones. Partido típico de la categoría en el que los minutos fueron pasando sin apenas novedades mientras entre el respetable cundía el temor de que los pimentoneros cosecharan un empate que nadie deseaba.
Así, el choque llegó a su tramo final, últimos 10 minutos, con las espadas en todo lo alto y con una afición que no cejaba en el empeño de animar a su equipo para llevarlo hacia su segundo tanto. En esta postrera fase del encuentro el primero que lo intentó fue Gerard, en el 37, con un poderoso tiro que repelía el poste del marco visitante y cuyo rechace no pudo aprovechar tampoco Rubén Sánchez.
A partir de esta ocasión, y teniendo en cuenta el poco tiempo que restaba para la conclusión, el Langreo ya se echó descaradamente atrás tratando de conservar el punto que creía poseer en su casillero. Por su parte, el Real Murcia no dejó de perseverar en pos del tanto que le diera el triunfo final. Y así, cuando el reloj marcaba el minuto 45 de la segunda parte, el premio para la convicción grana vino a materializarse por mediación de Carlos Álvarez, quien, con un soberbio testarazo remataba al fondo de las mallas visitantes un balón de córner servido impecablemente por Albiol. Gol, éxtasis, alivio y júbilo en una grada que lo celebró por todo lo alto mientras los jugadores se fundían en un abrazo gigante. Gol, minutos de descuento y pitido final con el que se certificó una nueva,, sufrida y emocionante victoria grana en casa.
Para terminar desearía aclarar, con el objeto de no crear tensiones innecesarias con ninguno de mis buenos amigos, que entre los papeles que debe desarrollar la prensa está el de la crítica, y que ésta, no sólo es necesaria, sino que también es positiva. Sin embargo, considero que la crítica debe ser responsable, proporcionada y constructiva, porque si criticamos de manera indiscriminada podemos correr el riesgo de generar una frustración y un desánimo difícilmente superables. El Real Murcia tiene un problema grave a nivel institucional, pero a nivel deportivo está en buenas manos y está siendo bien defendido por sus jugadores. Con respecto a la afición, que sufre, aguanta, se manifiesta y apoya incondicionalmente a su equipo, sólo cabe quitarse el sombrero y decirles que ellos son la auténtica afición, la que no abandona a pesar de los reveses, la que no negocia su fidelidad y la que jamás permitirá que el equipo de sus amores camine solo.