Este jueves, haciendo un alto en la gira de presentación de su último disco, “73”, Rubén Ayllón se dejó caer por uno de los locales con mayor solera de Murcia, La Clave Bar, para brindar un concierto de versiones con el que rendir homenaje a algunos de los artistas que más le han marcado.
Así, acompañado por Alberto García -jovencísimo guitarrista y compositor de la banda After Many Nights-, Ayllón arrancaría su espectáculo avisando de que no se limitaría a fotocopiar canciones, sino que trataría de ofrecer su particular revisión de un ramillete de diez composiciones acuñadas desde finales de los setenta hasta la actualidad.
De este modo, anotando como primera fecha de destino el año 1990, Rubén Ayllón iniciaría la velada a los mandos de su máquina del tiempo sobrevolando los “Senderos de Traición” que recorrieron Los Hérores del Silencio para interpretar Entre dos tierras: tema que sonaría casi íntegramente instrumental y cuya letra sería reducida a dos versos que, como pinceladas, apenas serían susurrados.
Tras saludar al Quique González más actual y comprometido de Clase media, la próxima parada del viaje musical nos llevaría hasta la Argentina de 1983, donde, entre "Vasos y besos", Miguel Abuelo le dio la alternativa a un joven pianista llamado Andrés Calamaro; joven pianista que comenzaría componiendo para Los abuelos de la nada canciones como Mil horas y que acabaría, dieciséis años después, firmando en solitario una de las mayores obras maestras que se han escrito jamás: “Honestidad brutal”, disco doble del que Ayllón extraería Te quiero igual.
Más delante, transitando bajo ese sol de justicia que curte la piel de toro y abrasa las carreteras que, como cicatrices, la recorren de este a oeste, sintonizaríamos a M-Clan en el dial de nuestra radio para viajar con las ventanillas bajadas por su Nacional 120; joya del rock sureño español que Rubén Ayllón interpretaría antes de proseguir su camino con Las calles están ardiendo y La esperanza.
Encarando ya el final de fiesta, Ayllón haría sonar tres temas más: Maldito duende, nuevo corte de “Senderos de traición”; Para qué quererte tanto, de Fito Cabrales; y la eterna ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?, composición con la que Burning conquistó en 1978 a Fernando Colomo; director de cine que, cuando la escuchó, tuvo que telefonear a Luis Eduardo Aute para decirle que la canción que había compuesto ya no podría ser el tema principal de su próxima película.
Y así, tras un bello suspiro de cuarenta y cinco minutos en el que repasamos algunos de los capítulos más interesantes de la historia moderna de nuestra música, abandonamos La Clave satisfechos no solo por haber realizado un primer acercamiento a la figura de Rubén Ayllón, sino también por haber descubierto a un guitarrista de fino sentido musical y clara vocación cuyo nombre, Alberto García, nos apuntamos.