La noche del sábado, mientras los termómetros descendían fuera y el frío dejaba vacías las calles de la ciudad, el público murciano más irreductible, lejos de quedarse aterido en casa, acudió sin dudarlo a la céntrica Sala Revólver para tributar una más que calurosa bienvenida a Tremendo Road; banda cartagenera de blues y rock and roll nacida en 2016 que hace casi un año ya conquistó el popular local de la calle Victorio.
Así, reforzados por la incorporación de Ángel Piñana al bajo, la formación capitaneada por Nils Martínez y Carlos Pérez-Crespo regresaría a la Sala Revólver para arrancar su concierto como exigía la ocasión. Es decir, poniendo toda la carne en el asador a fin de caldear el ambiente desde la primera canción. De este modo, superando con solvencia los problemas técnicos que pronto les salieron al paso, la banda completaría un inicio de recital rápido y contundente en el que su sonido oscilaría entre ese blues nervioso y fibrado que acuñó en su primer EP bajo el título de “Power Blues”, y ese rock sureño que tiene en la Región como gran referente al maestro Santiago Campillo.
En consecuencia, derrochando actitud sobre el escenario y entablando un diálogo con el público lleno de guiños de complicidad, Tremendo Road haría subir la temperatura de la sala a base de sacar ases de la manga de su primer trabajo, como Isabella, Indigente o Guerra. Más adelante, sin dejar de apelar a la épica del rock de guitarras furiosas y ritmo trepidante, la banda ofrecería una segunda mitad de recital en la que brillarían temas nuevos como Sureña o Comandante junto a otros ya conocidos como Cucarachas o Nunca olvidarás mi nombre; canción, esta última, que se uniría a I got mine, de The Black Keys, para culminar un concierto tremendo de blues y rock and roll.
Finalmente, quizá convencidos de que nunca olvidarían el nombre de Tremendo Road, los asistentes -que llenaron el local- despedirían a la banda con una sonora ovación mientras nosotros -testigos siempre atentos y silenciosos- tomábamos las últimas notas de lo sucedido apuntando que, aunque nadie las desea, las dificultades, tanto en un concierto como en la vida, no sirven sino para engrandecer la labor de aquellos que con su buen hacer son capaces de superarlas.