Fotografía: Juan Luis Velázquez
En el fútbol hay muchas maneras de ganar, pero sin duda, una de las más satisfactorias es aquella en la que el triunfo parece resistirse durante todo el partido y sólo al final, precisamente cuando ya casi nadie cree en él, éste llega por sorpresa pasado el tiempo reglamentario llevando el delirio a los jugadores y a todos aquellos que lo contemplan en la grada. Pues bien, precisamente esta manera de ganar fue la que pudieron gozar los jugadores del Real Murcia y los más de 6.600 aficionados que acudieron a apoyarles a la Nueva Condomina en el día de ayer.
La crónica de este partido intuimos, a tenor de lo visto hasta ahora, que se va a convertir en tónica general y guión habitual de los enfrentamientos que dispute el Real Murcia en casa esta temporada. O sea, equipos visitantes echados descaradamente atrás y tratando de aguantar el empate inicial con la esperanza de cazar, en una contra aislada o en un descuido local, un gol que les permita arañar algún punto del feudo grana. Así, este fue el tipo de partido que pudimos ver ante el Celta B hace 15 días, aunque en aquella ocasión la fortuna no sonriera al equipo grana.
En las horas previas al choque de ayer, el CD Lealtad, humilde equipo asturiano de Villaviciosa fundado en 1916, aparecía como la víctima ideal para que el Real Murcia se soltase con una de las primeras goleadas del año deportivo en casa quitándose así el mal sabor de boca de los últimos resultados logrados como local. Los jugadores sabían lo que se esperaba de ellos y, conscientes de esta realidad, salieron mentalizados ya desde el calentamiento para brindar a la sufrida y fiel afición pimentonera un recital que le hiciera olvidar los terribles golpes recibidos durante los últimos meses.
El partido podríamos decir que fue un monólogo del Real Murcia desde el primer hasta el último minuto de juego y seguramente nos quedaríamos cortos. Sin embargo, el primer equipo que gozó de una ocasión clara de gol no fue el cuadro pimentonero, sino el CD Lealtad por mediación de Negredo, nadie dirá que este delantero no tiene nombre de futbolista, que incomprensiblemente marró a portería vacía una ocasión clamorosa para adelantar a su equipo en el marcador.
Marchada al limbo la primera oportunidad de gol del partido, y única del CD Lealtad, el Real Murcia retomó los mandos de la situación y pisó el acelerador del juego para someter al equipo asturiano a un acoso y derribo constante. Conforme fueron pasando los minutos el dominio local se hacía más patente, aunque las ocasiones no terminaban de llegar. En las botas de Carrillo y sobre todo en una brillante jugada de Rubén Sánchez, que finalizó Jairo rematando al larguero, tuvo el Real Murcia sus mejores acciones para marcar en la primera parte.
Ya en la reanudación, fueron aflorando los primeros nervios en la grada por lo incierto del resultado. El equipo, a pesar de dominar y de gustarse en ciertas jugadas, no terminaba de encontrarse ni sentirse del todo cómodo con la táctica planteada por el CD Lealtad. Sin embargo, tras unos primeros minutos de cierta zozobra al comienzo de la segunda parte, el Real Murcia volvió a hacerse con la situación y a hilvanar jugadas de calidad en las que hizo méritos para inaugurar el marcador.
En dos ocasiones más el larguero volvió a cruzarse en el camino del Real Murcia hacia el gol: en la primera, mediante una falta botada por Albiól, y en la segunda, mediante un cabezazo inapelable de Acciari. En otras dos ocasiones fue el portero visitante Javi Porrón el que logró conjurar el peligro: en la primera, llevado a la portería rival por Oliva, y en la segunda, por Rubén Sánchez.
Llegados a las postrimerías del encuentro, y con la afición grana maldiciendo la suerte de su equipo, que parecía que dejaría escapar una ocasión dorada para acercarse a la cabeza de la clasificación, llegó la jugada clave. Córner a favor de los pimentoneros, Albiol se dirige a la esquina para sacar, mientras José Luis Acciari comienza a removerse en el área esperando el balón de su compañero. Albiol saca, el balón vuela por los aires, Acciari se adelanta a su marca y conecta un preciso cabezazo que se cuela en la portería local ante la desolación del portero rival.
Uno a cero, golazo y locura colectiva en la Nueva Condomina. Una de las alegrías que da más alegría recibir en un campo de fútbol. Éxtasis grana, delirio en la grada, abrazos para todos y final feliz por fin en la casa del maltratado Murcia. ¿Acaso no es lo mínimo que se merece? Enhorabuena.