En plena noche de conciertos en recintos toreros, festivales electrónicos y concentraciones de músicos de cuestionable calidad en salas del mismo nivel, me dispongo a saborear la música cercana. En un local con el aforo justo y la cercanía de los profesionales a unos pocos centímetros. Además, era sábado por la noche y me apetecía escuchar cantar una voz femenina auténtica. Nada de pseudo mujeres ni voces afeminadas, de ese estilo no hago caso. Buscaba algo genuino, auténtico y di con Tat Season.
Era la ocasión perfecta para disfrutar en Sala Revólver de la verdadera pasión por la música en directo. La voz de Tatiana tiene ese toque especial de las divas de antaño. Compenetrada con las guitarras de Nacho y Bernardo, el show se abrió con Wonderwall, de Oasis. Le siguieron Bruno Mars, Police, Duffy y un tema en castellano, En otro lugar. Este último, composición propia. El sonido de Tat Season es diferente. No utilizan batería, no usan pedales de efectos ni trucos de sonido como atracción para el público. Que va. El quinteto sabe manejar como nadie el ritmo del show y se agradece su buen hacer en el escenario con una serie de instrumentos básicos.
Casi a la mitad del concierto, los asistentes ya estaban posicionados. Algunos bailaban y otros no podían dejar de mirar al escenario. Pues el cajón flamenco y la percusión variada que usa Fernando sorprenden para bien, parece que hay más instrumentos. El bajo de Álex redondea una forma de hacer versiones que, para nada, se asemeja ni de lejos a lo que estamos acostumbrados en otras bandas.
Tras Nothing Else Matters, de Metallica, otra canción propia, Pulsión. Y la fiesta sobre el escenario de la Sala Revólver continúa. Los primeros acordes de Sweet Child o´ Mine suenan y el aplauso de reverencia retumba en el local. Casi sin aliento nos dejan con esta ejecución. Compleja por los instrumentos que usan y brillante en alarde de buen gusto y sincronía. Sin le llegara a Axl y los suyos, seguro que la copiaban.
Es momento de ir acabando, en ese instante el público pide más. Y ellos, sonrientes y agradecidos, no se bajan del escenario para atacarnos con Bring me to life, de Evanescence. Finalizando la noche con Highway to hell, de los sempiternos AC-DC.
La actuación de Tati y los suyos me hicieron olvidar por un momento el mal ambiente reinante en las calles esa noche, logrando que fuéramos todos iguales en un concierto digno, profesional y con un técnico de sonido que hizo un trabajo fantástico. Acaba de sonar la música en directo y me acerco a ellos para darles la enhorabuena y confesarles que ya tienen un nuevo seguidor.