Siempre he tendido a pensar que, cuando un chaval joven empieza a tocar en un grupo de música, alberga una gran ilusión, desprende unas ganas locas de divertirse y sueña despierto muchas veces con tocar en grandes sitios, con ser conocido, y, cómo no, con ligar mucho.
Pero el de la música es un mundo difícil. En un momento dado puedes tener la oportunidad de tocar en un sitio con mucha gente o que un trabajo haya pegado un pelotazo, y en otros momentos te salen pocos conciertos y te toca recorrer pequeños locales. Con el tiempo, en algo tan inestable como es este mundillo, es inevitable que pueda llegar la incertidumbre. Las cosas de la vida hacen que perdamos la pista de tantos músicos porque nunca se sabe lo que va a pasar y muchos a veces optan por tomar otros caminos en que la música no va a ocupar el centro.
Sin embargo, también es común encontrarte músicos con una larga trayectoria, que sabes que han vivido todo tipo de conciertos en toda clase de lugares, que han compartido escenario con cientos de compañeros. Y ahí siguen, de cuando en cuando escuchas algo de ellos, de pronto con alguna novedad por aquí, o con un giro de estilo por allá. Pero siempre tocando y mostrando esa honestidad de la que hacen gala cuando suben a un escenario porque es lo que más les gusta y ¡Qué carajo!, porque lo hacen muy bien.
Miguel Bañón en la música murciana es ya todo un clásico. Conocido principalmente por Los Marañones, lleva una trayectoria en la que ha compartido escenarios con multitud de músicos. Ahora, con ese camino recorrido y honestidad comentados, y bajo el nombre de Huracán Bañón -con el que ha sacado ya su segundo disco- está ofreciendo conciertos en pequeños lugares.
Ayer dio uno de estos conciertos en la Sala Musik. Con la propuesta íntima en acústico de estar encima del escenario sólamente él, y llevar a cuestas una armónica y una guitarra acústica (cambiada, eso sí, por un ukelele en algunos temas). Así, Miguel Bañón fue desgranando los temas de su segundo disco Me voy a fugar, los cuales, aunque también introdujera temas anteriores y alguna versión, fueron los que compusieron el armazón del recital. De esta forma, pudimos destacar nuevas canciones como la que da título al disco, la especialmente bonita Las redes, o la interesante versión de Dylan-Kiko Veneno, como él mismo bromeó, de Atascado por el Blues de Memphis.
Para concluir la velada se reservó El primero en ceder y el clásico de Los Marañones El hombre del melón, poniendo así el broche de oro a un concierto muy íntimo y que permitió sentir de cerca, gracias a esta propuesta acústica, toda la autenticidad y solvencia del músico maduro y experto que ha recorrido con su directo todos los conciertos y lugares, y que es Miguel Bañón.