Adentrándonos en la madrugada del pasado sábado al domingo en Benicasim, cuando los vimos aparecer sobre el escenario del San San Festival no tuvimos que pensar: tuvimos claro que nuestro lugar debía estar bailando entre el público al ritmo de las canciones que, desde que conocimos a Varry Brava, no han dejado de sonar.
Por eso, a pesar de que dieran las 2:15h en el reloj y de que el cansancio hubiera hecho ya acto de presencia, lejos de retirarnos, fuimos avanzando posiciones entre las miles de personas concentradas frente al Escenario Negrita para escuchar cómo Varry Brava arrancaba su recital interpretando Fiesta; canción que se antojaría ideal tanto para calentar el ambiente desde el primer minuto como para mostrar a las claras aquello en lo que los músicos deseaban convertir su recital.
Así, con las ganas de bailar y de pasárselo bien intactas desde que en 2012 editaran su primer disco, “Demasié”, la banda comenzaría a desgranar algunos de los temas que han incluido en su último trabajo de estudio titulado “Safari emocional”, publicado a finales de 2016. De este modo, presentando canciones como Sonia y Selena o Flow, Varry Brava se entregaría sobre el escenario para envolver al público con su irresistible personalidad sonora en la que confluyen la elegancia de la canción italiana de los 60, el ritmo de la música disco de los 70, y la desinhibición pop de los años 80 madrileños.
En consecuencia; glamurosos, originales y divertidos como ellos solos han sabido ser durante los últimos años para insuflar una bocanada de aire fresco a una escena musical española que dibujaba un escenario prometedor, pero excesivamente previsible, Varry Brava acabaría aprovechando cada uno de los cuarenta y cinco minutos que duraría su actuación para darle una gran pincelada de color al San San Festival y demostrar, sin renunciar a tocar canciones tan redondas como Calor o No gires, que la imaginación y la creatividad del grupo siguen en plena forma.
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