Este sábado, desafiando a la copiosa lluvia que caía sobre la ciudad a primera hora del día, no dudamos en lanzarnos a las encharcadas calles de Murcia para salir al encuentro de la música que, gracias a una ingeniosa iniciativa del Ayuntamiento con motivo de la Navidad, se ofrecería en forma de microconciertos para todo tipo de público al cobijo de las ocho plazas de abastos del municipio.
De este modo, la iniciativa, que llevaría a ocho de las bandas jóvenes más interesantes del panorama regional a brindar sus propuestas en tres breves recitales que se sucederían a las 11:30h, a las l2:30h y a las 13:30h, encaminaría nuestros pasos, para comenzar la mañana, hacia el mercado de Saavedra Fajardo, que sería la sede de las actuaciones de Bosco. Sin duda, uno de los grupos que durante los últimos tiempos con más fuerza ha logrado irrumpir en nuestra escena y trascender fuera de ella.
Así, con David Moretti, Jesús Fictoria y José Perelló llenando de vida a Bosco, el concierto comenzaría con los delicados acordes de Lo natural antes de ofrecernos dos piezas como Little girl lost y Piper, en las que las suaves caricias melódicas y los furiosos arranques sonoros se fundirían armónicamente al compás de la voz cantante de Moretti. De este modo, danzando alrededor de una mística hoguera con New pire, el recital de Bosco culminaría con su celebrado Children of the island, contagioso reggae de inquieto ritmo cantado en inglés y español, para ofrecernos una breve, pero cuidada, selección de temas de “El elixir mágico/Una nueva hoguera”, el doble disco debut de esta banda fresca, original y ecléctica en cuyas actuaciones musicales confluyen artes tan diversas y complementarias como la poesía, el teatro y la literatura.
A continuación, dejando a Bosco preparando el siguiente pase de su función sobre los cimientos que un día ocupó el Teatro Provisional, abrimos nuestros paraguas y salimos a las calles colmadas de agua y desiertas de gente para poner rumbo al mercado de Verónicas, la plaza de abastos más importante de Murcia, en cuya planta superior, a eso de las 12:30h, Jamones con tacones ofrecería la segunda de sus tres actuaciones programadas.
Ya en el interior del recinto y con la presencia de la siempre bienvenida televisión, el sexteto de simpático nombre -reducido a trío para la ocasión- arrancaría su concierto con La culpa es de Bob Dylan y Carne fresca, dos temas con los que quedaría clara la naturaleza mestiza de esta banda que ha encontrado en estilos tan variados como el hip-hop, la cumbia, el funky, el rap, el swing, el ska, el jazz o el reggae una fuente inagotable de inspiración para elaborar divertidas y elegantes canciones llenas de ritmo y descaro. Así, con Jorge Rodríguez a la guitarra y a la voz, Manu Rodríguez al saxo y José Manuel Lucas a la trompeta, el recital avanzaría rápido presentando no solo temas como Delicatessen o Mi mongola favorita, que estarán presentes en el primer disco de Jamones, “Lukin for de fango”, sino también otros como No hay dinero, que habrán de esperar al segundo.
Terminado el concierto, y despidiéndonos de Jamones con tacones no sin mirar con cierta inquietud al cielo que seguía descargando agua sin tregua sobre la ciudad, salimos de nuevo a las calles convertidas ya en arroyos para encaminar nuestros pasos hacia otra plaza de abastos; en esta oportunidad la de San Andrés, donde para las 13:30h habría de tener lugar la tercera y última actuación de Riberica Espuña.
Disfrutando del extraordinario paseo por Murcia hasta casi llegar a cantar bajo la lluvia, arribamos al mercado de San Andrés justo a tiempo para tomar asiento y pedir un reconfortante café con leche –o relaxing cup, que diría aquella- antes de que comenzara su recital la joven cantautora murciana Riberica Espuña. La compositora, de rostro sereno, voz dulce y manos ágiles a la guitarra, desplegaría un interesante repertorio en el que mezclaría canciones propias como El vals de la playa, Cómo sería o La villa sin tiempo con versiones entre las que destacaríamos A cántaros, del cantautor y poeta extremeño Pablo Guerrero. De esta manera, remitiendo a las coordenadas clásicas de la canción de autor que arraigó en España entre las décadas de los 60 y los 70 del pasado siglo, Espuña acabaría completando un concierto más que satisfactorio en el que la temática amorosa y las melodías suaves en clave de baladas serían las claras protagonistas.
Ya concluido el concierto y con él la singladura por las calles de Murcia que nos llevó a visitar tres de los ocho mercados públicos en los que se programó música en vivo este sábado, emprendimos el camino de vuelta a casa un tanto contrariados por mal tiempo que obligó a muchos a quedarse en casa, aunque a la vez contentos por la calidad y la variedad que, una vez más, haga sol, llueva, nieve o truene, mostraron los músicos murcianos sobre las tablas. Por eso, aunque esta vez las cosas no salieran como habría cabido esperar, bien haría nuestro Ayuntamiento en perseverar en su apoyo a la escena local y regional, ya que precisamente es la música hecha aquí uno de los mayores activos con los que cuenta Murcia y una de las herramientas más atractivas y eficaces para conseguir que esa ciudad culta, divertida, inquieta y moderna con la que todos soñamos se haga realidad.