Como si no fueran suficientes los casi veinte conciertos que con motivo del WAM Festival presenciamos este pasado fin de semana, el domingo por la tarde, a la hora del té, decidimos dejar de lado los grandes escenarios y acercarnos a uno de esos pequeños templos en los que la música en vivo nace, se protege y crece al abrigo de un humilde auditorio.
Así, cruzando las puertas del popular Café Ítaca de Murcia, nuestros pasos, gastados de tanto caminar, fueron a encontrar descanso a los pies de una de las mesas ante las que Rubén Ayllón arrancó el que sería uno de los últimos conciertos de la gira de presentación de “76”; cuidado, íntimo y emotivo trabajo discográfico dedicado a la memoria de su padre que fue editado en 2016.
De este modo, tomando como base el mencionado mini álbum, pero sin renunciar a introducir versiones –no fotocopias- de sus artistas predilectos ni a adelantar algunas de las canciones que conformarán su próximo disco, Ayllón desarrollaría un recital animado, ágil y variado que transitaría por los territorios sonoros del country, el rock sureño, el pop y la canción de autor.
En este sentido, si “76” estuvo presente con composiciones como la cadenciosa El día terminó o la pegadiza Un par, Ayllón también interpretaría temas de más reciente creación como El invierno o Flecha de fuego, que le servirían para anticipar la noticia del futuro lanzamiento de un nuevo disco que llevará por título “Miedo” y a nosotros para confirmar que, con un repertorio tan atractivo como el suyo, la compañía de una banda le vendría como anillo al dedo.
De esta manera, fundiéndose aquellas y otras canciones como Tiempo y rayos o Andaba yo con clásicos de Bowie, Bunbury, Fito Cabrales, M Clan o Quique González, el recital de Ayllón culminaría entre aplausos tras una hora para congraciarle a él con su público más incondicional y a nosotros con la versión más verdadera, cercana y desnuda que la música en vivo conoce.