Durante días, la mujer del tiempo decía que en Murcia iba a llover y a hacer frío el domingo por la tarde. Salí de casa sabiendo que se equivocaba irremediablemente, pues era la tarde en la que iba a ver a un trío amigo actuar en La Boca del Lobo. Y ante su actuación cambia hasta la meteorología. Los incombustibles Emilio Chicheri y Los Trotacarreteras ofrecieron una actuación en formato acústico con José Vicente Nicolás en el bajo, la guitarra de Pedro Casanova y la voz inconmensurable de Emilio Chicheri. Ante un concierto así, poca broma y nula aparición de nubes. Tan sólo la visita de la luna llena al acabar el show y volver a casa paseando.
La actuación comienza con la única presencia en el escenario de José Vicente. Voz y bajo para ofrecer Brindemos por Mustang. Tras esa bienvenida al público que llenaba el local, se unieron Pedro y Emilio. Relax, Sobando al niño y Vuelvo al Rock and Roll sonaron con energía. Los asistentes se saben las canciones de principio a fin y las cantan como si de un miembro más de la banda se tratara. Los Trotacarreteras no necesitan tener un nuevo álbum para realizar gira. Se encuentran en plena mezcla de un nuevo trabajo de estudio, mientras que van de una ciudad a otra sin parar. Eso sólo lo consiguen los grandes, los auténticos músicos.
Mientras que Casanova agarraba su Gibson de 12 cuerdas para tocar El perro Ricki, algún que otro rezagado entró a La Boca del Lobo, con el respeto y la admiración que merecen estos músicos que llevan en la brecha el tiempo suficiente como para ofrecer un show perfecto, emotivo y repleto de grandes momentos. Con Tardes del malecón y Corazón, el blues continuaba en el ambiente. El propio Emilio ha llegó a decir que había cantado con la fuerza de la juventud y con la experiencia de los años. Y es cierto, esa mezcla de ambas sabidurías explotó en la cara de los que estuvimos allí. Un lujo haber asistido.
Iba en el tren, ya en el tramo final del concierto, supuso un abrazo entre todos. José Campuzano subió al escenario para improvisar con su armónica junto a ellos. Clase magistral de blues y rock. Poco más se puede decir.
Para acabar, se adentraron en la Ruta 66 y pusieron punto a final a un show inolvidable. No olvides acudir a su llamada cuando vuelvan a actuar, no te lo perdonarías jamás. Sólo se necesita un local, tres amigos y dieciocho canciones. El resto lo pone el público.