En la noche de ayer, desafiando al temporal que se cernía sobre Murcia, el XX Lemon Pop acudió puntual y valiente a su encuentro anual con la música de vanguardia gracias a la confección de un cartel que, por la cantidad y calidad de bandas locales con las que cuenta, ha puesto de manifiesto la Edad de Oro por la que atraviesa la música hecha en Murcia.
Una música que ya, lejos de ser mera acompañante de aquellas en las que se inspiraba, se ha alzado con voz y caracteres propios hasta erigirse en protagonista de pleno derecho y en reclamo válido para atraer a un público masivo y con ganas de música de verdad: la que se compone, se toca y se canta por los miembros de una banda en torno a una idea.
Así, a eso de las 20:00h, y con los últimos rayos de sol poniente dorando las nubes que parecían alejarse llevándose consigo la lluvia, hizo acto de presencia Clara Plath para abrir el fuego de los conciertos. Y, si es verdad que suele ser una papeleta difícil de afrontar el tener que comenzar un festival, no es menos cierto que en pocas bandas podría haber confiado la organización para iniciar el XX Lemon con mayor energía y solvencia que en Clara Plath.
De esta manera, con la fuerza y el aplomo que caracterizan al grupo de rock encabezado por la poeta murciana, Clara Plath pronto logró conectar con los presentes merced a una cuidada selección de temas de sus dos trabajos editados: el mini Hi Lola!, al que pertenecían A whisper, Fuck my car, Dancing song y Fallen; y el larga duración Grand Battement, del que sonaron Crazy liar y American do, que fue con la que Clara Plath pusieron fin a su, breve, pero intensa, actuación por todo lo alto.
Tras una corta pausa, y aún con los ecos del concierto anterior resonando entre los presentes, se subieron al escenario La maniobra de Q, una banda pop con un sonido evocador de corte indi y guitarras rasgadas que tuvo en el protagonismo de los teclados y en la presencia de la voz de Ana Martínez acompañando la de David Murcia sus principales virtudes.
Así, con un repertorio basado casi en exclusiva en los cortes de su último trabajo -que es el primer LP publicado por la banda- se fueron sucediendo temas como Nadie que te salve, La tormenta, Jugar con fuego o El daño está hecho, siendo esta última precisamente la que da nombre al mencionado LP. Como únicos achaques a las buenas maneras musicales del grupo, debemos traer el exceso de sobriedad en las interpretaciones y, lo peor, la despedida a la francesa con la que se fueron del escenario.
Tras el rock de Clara Plath y el pop de La maniobra de Q, llegó la hora, a eso de las 21:23h, de cambiar de tercio, acompasar los ritmos y bajar el tempo para recibir la propuesta de Jacobo Serra, uno de los cantautores más interesantes del país, que ha encontrado en los sonidos folk y el aire country las principales líneas bajo las que recorrer una carrera verdaderamente prometedora.
Sin embargo, el bueno de Jacobo, al que parece que muchos doran la píldora, tiene un pequeño problema, un detalle sin importancia casi: que ha elegido para desarrollarse como letrista un idioma en el que nadie le entiende. Por eso, a pesar de que sabemos que sería fácil mirar para otro lado y no meternos en charcos, nosotros, que amamos hablar claro y que nos entiendan, diremos que cuando una propuesta musical se basa en melodías que son apenas sugeridas y son los textos los que deben soportar todo el peso, si estos se ofrecen en una lengua ajena a la del compositor y a la del público, poco podrá quedar, como en el caso de Jacobo, aparte de la impresión de estar escuchando una musiquilla aceptable, pero anodina.
Un poco más tarde, sobre las 22:00h llegó el turno de Tuff Love, una joven banda de Glasgow con la que regresó la animación al Festival gracias a su pop nervioso y enérgico con el que los ánimos del respetable volvieron a elevarse. Así, llevados por el poder de las guitarras eléctricas y la sensualidad de las voces acertadamente moduladas, vivimos uno de esos típicos conciertos del Lemon de cualquier año que son tan agradables de escuchar bajo el cielo murciano de septiembre.
Un cielo murciano de septiembre que a continuación se iluminaría con Los fuegos artificiales, es decir, con The Fireworks, una banda que mezcla experiencia y juventud para haber sido considerados, tras la edición de su primer trabajo –Switch me on- una de las formaciones indi actuales más llamativas del panorama internacional. De hecho, como en el caso de los anteriores Tuff Love, éstos ofrecieron otro de esos conciertos a los que nos tiene acostumbrados el Lemon Pop y que han contribuido a hacerlo tan apreciado por todos.
Más adelante, a las 23:55h, llegó uno de los momentos más esperados de esta primera jornada del festival, el regreso a Murcia casi un año después de Neuman. Y es que, no obstante, esta banda es una de las más populares y conocidas de la Región fuera de nuestras fronteras. Por eso, a la hora señalada para dar comienzo a su espectáculo iba a ser cuando se alcanzara la mayor entrada de la noche: casi lleno.
Y a fe que fue de justificada la afluencia de público, porque el pop de Neuman, sinuoso, sugerente, seductoramente oscuro y marcadamente luminoso de guitarras, voces y largos coros, no tardó en abrirse paso para acabar hipnotizando a todos los presentes. Así, temas como Hell, Bye fear / Hi love, Tell you, Turn it o Crab kiss & Final song se fueron sucediendo con la contundencia de los golpes que son lanzados directos para ganar.
Después de Neuman, gracias a The Darling buds y a su correcto pop británico, los asistentes, lejos de abandonar el Auditorio Parque Fofó, se quedaron un poco más, quizá también pensando en que el concierto de Perro ya comenzaba a vislumbrarse en el horizonte, concretamente entre bastidores…
Así, a eso de las 2:08h, con Perro y sus dos baterías sobre el escenario, se abrió el que sería el último concierto de la velada y, sin duda, otro de los platos fuertes de esta primera jornada del XX Lemon Pop. Los de El Secano, ácidos, irónicos, con esa actitud irreverente y burlona que les caracteriza, harían sonar temas como Bicicleta, ¡Viva el Porras!, o La reina de Inglaterra, que fueron coreados por un público que se entregó con gusto y que, a pesar de lo menguado de la hora, se mantuvo en un número semejante al que había presenciado el concierto de Neuman.