Río Viré y Cere Vera brindan juntos en La Puerta Falsa
Divertido e interesante concierto, el que tuvimos ocasión de presenciar este pasado viernes en La Puerta Falsa con motivo de las actuaciones de dos de los cantautores que con más fuerza han irrumpido en el panorama regional en los últimos tiempos: Río Viré y Cere Vera.
Así, con todo listo sobre un escenario que iba a lucir lleno de instrumentos preparados para la ocasión y ante una sala que iba a presentar una considerable afluencia de público, el primero de los artistas en aparecer sobre las tablas de La Puerta Falsa sería Rubén Villahermosa o, lo que es lo mismo, Río Viré, para brindar un tramo inicial de velada en la que, solo y al piano, ofrecería en directo algunas de sus canciones de más reciente creación.
De este modo, tocando en vivo temas como Atenea, Si estás dentro, Para Marta o El incendio, Viré mostraría que ese manantial de letras íntimas y melodías acompasadas de las que bebe su música, lejos de secarse, sigue fluyendo aguas abajo con calma, pero fecundando sin remisión las riberas por las que pasa el camino de este cantautor de raza que es Río Viré.
A continuación, y completada esta primera fase de velada, el que tomaría el escenario sería Cere Vera y su banda para dar un giro radical al ritmo de la noche y ponerle la sal y la pimienta al concierto con temas tan punzantes y animados como Nervios o Vacío, que, no obstante, se alternaron con otros más sosegados como La isla, emocionante canción de cuidada factura que fue cantada entre susurros.
A partir de entonces, después de haber acometido cada uno de manera independiente sus respectivos tramos de concierto, la velada entraría en una fase de mayor flexibilidad en la que ambos cantautores se intercambiarán constantemente sus papeles sobre el escenario para acabar brindando un espectáculo sorpresivo lleno de frescura y simpatía en el que serían numerosos los elogios que habrían de dedicarse.
De esta manera, ya siempre acompañados por una banda en la que brillaron con luz propia el guitarrista Antonio Irigoyen y la violinista Belén Buendía, Vera y Viré, como si fueran unos divertidos Zipi y Zape, se dedicarían a destilar un repertorio conjunto en el que se irían sucediendo entremezcladas las canciones de ambos. En este sentido, si de Viré pudimos escuchar temas como No sé que me pasa contigo o El rey de Argentina, de Vera haríamos lo propio con piezas como Hacerlo de día o Teresa y Manuel.
A la postre, entre guiños de complicidad y continuas muestras de amistad, el concierto que habría de unir a estos dos prometedores cantautores de la Región transcurriría con agilidad y alegría dando como resultado un espectáculo más que satisfactorio que tendría a su conclusión su justo reconocimiento en forma de sonoros aplausos.