Caminando por las calles iluminadas de ese gran parque de atracciones que es la ciudad de Murcia para los amantes de la música, este sábado nuestros pasos fueron a dar hasta el Monkii Bar; pequeño local enclavado en el corazón de Santa Eulalia en el que desde hacía varias semanas estaba programada la actuación del jovencísimo compositor y multiinstrumentista Alberto García.
Así, aguardando el comienzo del recital mientras nos preguntábamos qué sorpresas nos depararía, nuestra imaginación empezaría a jugar con las posibilidades que podría encerrar un despliegue técnico del tamaño que había preparado el músico justo antes de comprender -al verlo entrar en el bar portando unas enormes gafas de colores- que cualquier intento de adivinar lo que nos esperaba habría de quedarse, irremediablemente, corto.
De esta manera, repartiendo con alegría gafas idénticas a las suyas entre el público para que todos pudieran disfrutar del espectáculo “en 3D” que, no en vano, supone toda actuación en vivo, Alberto García comenzaría su concierto dejando claro desde los compases iniciales que su intención sería la de trascender lo puramente musical y brindar una experiencia que fuera capaz de envolver al público desde diversos ángulos.
En consecuencia, recurriendo a técnicas de expresión corporal, al vídeo y al humo a fin de crear una atmósfera propicia para la creación y la recepción, el músico haría sonar los acordes en permanente evolución de “Rainbow” usando de forma sucesiva la guitarra eléctrica, la española, el bajo y los teclados hasta sumergirse en un viaje sonoro con destino a las profundidades de sus vivencias más íntimas y del cual habría de regresar proclamando el triunfo de la música como vehículo de expresión artística y personal.
Entonces, concluyendo el alarde instrumental con el que el músico hipnotizaría al público durante más de veinte minutos, Alberto García cambiaría de tercio para invitar a la escena a su amiga Mar de Fondo e interpretar junto a ella In love y Brainstorming; dos canciones que han compuesto al alimón dentro del proyecto que han decidido compartir y que han bautizado como “Flights and Oceans”.
Más adelante y ya en la recta final del breve recital, García habría de ofrecer la mayor sorpresa de la velada cuando, transformándose en cantante tecno-pop para hacer efectivo el pago de una apuesta perdida, ejecutaría la trepidante y divertida En la casa de mi tía; composición con la que el músico terminaría de convertir su espectáculo en una fiesta redonda, estimulante y technicolor.