Este sábado y al calor de la fiesta popular, cerca de dos mil personas se dieron cita en el murciano Jardín Nuestra Señora de la Fuensanta para vivir la noche grande de las Fiestas del Infante Juan Manuel atraídos por la calidad de un programa musical que anunciaba en lo alto del cartel los nombres de Jaime Urrutia y Oh Brother!
De este modo, en un recinto coqueto, bien dotado y que luciría lleno para la ocasión, los encargados de abrir la velada a eso de las 23:00h serían Oh Brother!; banda formada por tres de los mejores músicos de la Región y especializada en la reinterpretación en clave folk de grandes clásicos del pop y el rock anglosajón de la década de los 70.
Así, demostrando que también en el campo de las versiones es posible encontrar un amplio margen para la creatividad cuando los que las realizan son artistas del talento de Pito Hervás, Miguel Bañón y Carlos Vudú, Oh Brother! desplegarían un repertorio de canciones tan celebradas como You can´t always get what you want, de The Rolling Stones; Walk on the wild side, de Lou Reed; Stuck in the middle with you, de Stealers Wheel; o Venus, de Shocking Blue, con las que conseguirían hacer las delicias del público, contagiar su pasión por el folk y poner el ambiente a la temperatura ideal para la llegada de Jaime Urrutia.
Más adelante, superadas las 00:00h y tras el lanzamiento de unos fuegos artificiales que servirían para poner de manifiesto el carácter festivo de la jornada y amenizar la espera entre las actuaciones, el telón se levantaría al cielo de la noche murciana para que el respetable le dedicara su primera ovación al maestro Jaime Urrutia mientras, de fondo, sonaban los imponentes acordes del pasodoble Gallito.
Entonces, con todas las miradas centradas en él, Urrutia, arropado por Los Corsarios, arrancaría su recital templando los ánimos con Delirios de grandeza para, acto seguido, desatar las pasiones entre el público brindando un primer tercio de espectáculo en el que sonarían Tócala, Uli, Cuatro rosas o ¿Dónde estás?; canciones que brillarían con luz propia, a pesar de los problemas técnicos que padecieron los músicos durante esta fase inicial del concierto.
De esta forma, superando las dificultades gracias a la experiencia del cantante y a la entrega de unos Corsarios entre los que destacaría la presencia de Juan Luis Ambite al bajo y Esteban Hirschfeld a los teclados, el espectáculo no tardaría en enmendarse y avanzar con energías renovadas hacia su segundo tercio; etapa en la que serían protagonistas piezas memorables de la carrera de Jaime Urrutia, como El calor del amor en un bar, Vestida para mí, La sangre de tu tristeza o Más dura será la caída.
A continuación, afrontando el último tercio de la velada, Urrutia seguiría interpretando sin descanso éxitos conocidos por todos que darían buena cuenta de su magnífica trayectoria tanto con Gabinete Caligari como en solitario. Así, tras entonar la arrebatadora ¡Qué barbaridad! o la deliciosa Suit nupcial, el cantante se encargaría de recuperar ese monumento musical y literario que levantó a la ribera del Duero en 1987 titulado Camino Soria.
En consecuencia, con todos los asistentes cantando a voz en grito, el recital se adentraría de la manera más feliz posible en una recta final en la que también serían coreados temas como Pecados más dulces que un zapato de raso, Golpes, Nadie me va a añorar y, cómo no, La culpa fue del cha-cha-cha. Canción, esta última, con la que Jaime Urrutia y Los Corsarios pusieron el colofón, tras más de una hora y media de actuación, a una velada inolvidable.