Este viernes, como héroes salidos del cómic de Jan, la banda murciana Superlópez volvió a aterrizar en la Sala Revólver en una noche en la que sus cuatro miembros tendrían que emplear a fondo sus súper poderes para enfrentarse y salir airosos de la amplia y variada oferta musical que llenó de conciertos las calles de la ciudad.
Así, en una jornada que estaría marcada por el desarrollo del Festival Murcia 3 Culturas, Superlópez acudiría a la cita con toda la determinación que se le presume a los héroes de verdad para salir al rescate de esa cultura pop-rock que, desde finales de los años 70, ha cuajado de grupos inolvidables las páginas más doradas de la historia de la música popular española.
De este modo, aún con poco público en la Sala, pero sin un atisbo de duda en sus ojos, la formación arrancaría su concierto a eso de las 23:45h al ritmo de Surf espacial; movido tema instrumental con el que, de hecho, Superlópez pondría en órbita a los presentes desde el minuto uno. A continuación, interpretando canciones tan rotundas como Piso a fondo, El viento va o Rock 2-1-3, la banda encabezada por José Carlos “Negro” y Andrés J “Canito” parecería dibujar sobre el cielo de la noche murciana una llamada a la acción ante la que el respetable no tardaría en responder.
En consecuencia, sumando imparablemente fieles a su causa, la banda iría creciéndose a cada paso mientras en el escenario alternaba baladas como Nadaremos y No más con piezas más rabiosas como Mi canción o Bienvenido al nuevo bar. Entonces, haciendo saltar todas las alarmas de incendio con las versiones de Frío y Esto es un atraco, el recital atravesaría su ecuador sin frenos para alegría de una Sala Revólver que ya luciría llena, libre y salvaje como en las mejores ocasiones.
De esta forma, entregándose en una larga recta final en la que sonarían clásicos de la formación como Salir a cazar, Miénteme, o Es hora de pelear, Superlópez lo dejaría todo sobre las tablas de la Sala sin renunciar a rendir el merecido homenaje a las que han sido algunas de sus influencias más notables: Tequila, Morís, Los Rodríguez, Ilegales o Los Ronaldos, entre otros, para culminar, tras más de una hora y media, una nueva y memorable velada de rock and roll.
Así, volviendo a hacerse grandes sin necesidad de crecer, Superlópez acabaría dando una vez más buena cuenta de ese arte que florece pegado al asfalto regado con orgullo de barrio, de esa música viva, urgente y callejera que hace brillar el corazón de neón que late en toda ciudad. Y por eso, y por resolver con nota una noche que no tenía nada de fácil, nosotros perderíamos una vez más el camino de vuelta al hogar pensando que, definitivamente, nadie puede con Superlópez.