Este pasado viernes, ya caída la noche sobre la ciudad, decidimos arrancar motores y salir a la carretera -la Carretera sin final- para responder a la llamada del rock y el blues, o, lo que es lo mismo, para acudir al concierto de Santiago Campillo y Emilio Chicheri programado por el Pub Ukelele aún dentro de la extensa gira de presentación del último disco del genial guitarrista murciano.
Así, con el ambiente alcanzando unos niveles más que aceptables en el interior del conocido local del Polígono Oeste, la velada daría comienzo, a eso de las 00:05h, cuando Santiago Campillo, a la cabeza de su trío, hizo sonar los inconfundibles acordes de Fina, de Leño, a los que se unirían más tarde los de No me creo na, de factura propia, y los de El hijo del vudú, versión española de Voodoo child, para trazar lo que fue un comienzo verdaderamente arrollador en el que destacó la potencia que le imprimió al sonido de la formación el batería Joaquín Bermejo, Mini Drums.
De esta forma, con la banda lanzada completando lo que fue un memorable primer tercio de concierto, el espectáculo se adentró en una segunda fase que estaría marcada por el protagonismo de Emilio Chicheri, mítico líder de Acequia y Los Trotacarreteras, que, a través de temas como Listo para el blues, El tren, Hola Mary, Loco por ti, o Tardes del Malecón, ofreció un breve, pero certero e intenso, repaso a su carrera. Repaso que acabaría con un guiño a su trayectoria con los Bluesfalos merced a la interpretación de la lenta, profunda y emocionante Salgo a buscarte ahora.
Más adelante, y con los ecos de los aplausos con los que el público despidió a Chicheri aún resonando en la Sala, Santiago Campillo volvería a asumir la voz cantante para enfilar una larga recta final de concierto en la que recorrimos el LP, Carretera sin final, de la mano de canciones como Alfonso, la homónima Carretera sin final, Sola, y Niculina la salvaje, antes de que llegaran Un buen momento y, en los bises, el homenaje al argentino Pappo Napolitano, gracias a los temas Desconfío de la vida y Ruta 66 con los que Campillo echó el telón a un fantástico concierto de rock y blues.
Y a la postre, mientras dejamos a Santiago Campillo tranquilamente sentado a un lado del escenario saludando y recibiendo las felicitaciones del público, nosotros, volvimos a encender las luces de cruce para ponernos en marcha reafirmándonos, tras lo visto, en nuestro propósito de seguir recorriendo esa carretera sin final por la que transitan y en la que se dejan la vida tantos buenos músicos que lo son a tiempo completo, que no regatean sacrificios, y que -como Santiago Campillo y Emilio Chicheri- se entregan en cada actuación con una pasión que refleja el amor que sienten por lo que hacen.