Rojo Melibea cierra con éxito el Festival Luces, Acción!
Este pasado viernes, tras el concierto de Decembird al que asistimos por la mañana, regresamos a la murciana Plaza de Santo Domingo ya caída la noche para presenciar el recital de Rojo Melibea, que sería la banda sobre la que recaería el honor de clausurar el Festival Luces, Acción! en su edición de 2016.
Así, atravesando la antigua Plaza del Mercado, que lucía radiante vestida de Navidad para iluminar puestos, terrazas, conciertos y hasta desfiles de moda, llegamos a los pies del escenario sobre el que debía actuar Rojo Melibea, no sin antes comprobar cómo la cita musical congregaba a una cantidad muy importante de espectadores entre los cuales se hallaba el jovencísimo Riviera, cantante de Poolshake, que es el nombre con el que se ha rebautizado el conjunto antes conocido como Glasgow.
De esta manera, con la plaza y el ambiente mostrando sus mejores galas para recibir a Rojo Melibea, este grupo, que, pese a su juventud o precisamente por eso, ha sufrido cambios profundos en su formación hasta adquirir como cuarteto una fisonomía notablemente compacta y un sonido ligeramente más rock que pop, haría acto de presencia sobre las tablas pasadas las 20:00h para arrancar su espectáculo con Punto de partida e Indirectamente: dos canciones en las que se unirían la frescura de las melodías de corte pop con el clasicismo formal de unas letras que versarían sobre el tema de la declaración amorosa.
Tras Carolina, de M-Clan, que fue la única versión que interpretaron, el repertorio de Rojo Melibea comenzaría a oscilar más hacia el rock con canciones como la trepidante y pegadiza Síntomas; aunque, eso sí, sin perder nunca de vista al pop, que iría poco a poco cruzando las difusas fronteras del indie para ofrecer piezas como Cometas. De este modo, moviéndose entre estilos variados, pero siempre complementarios, los murcianos afrontarían la recta final de su espectáculo ofreciendo tres temas -Irreal, Modo avión y Calisto- en los que brillaría con mayor claridad tanto la personalidad rockera de la banda como su indiscutible consistencia instrumental.
En cuanto a las letras de este grupo, que quizá podrían ser tachadas de ingenuas por algunos por tratar el tema amoroso desde una óptica abiertamente idealizada, nosotros, que, aunque de vez en cuando echemos algún borrón, en nada somos aficionados a tachar, y mucho menos la labor de los demás, bien podríamos argumentar en favor de los textos de Rojo Melibea que, si en la vida casi siempre no hay una, sino muchas formas válidas de hacer las cosas, con más razón en el campo de la música nadie debería perder el tiempo en definir cuál es el estilo o los temas correctos para tratar, sino más bien entregarse a aquellos que más tengan que ver con uno mismo.
Por eso, convencidos de que en el arte los caminos son infinitos y que, de todos ellos, el más correcto es el de la fidelidad a uno mismo, tras casi una hora de concierto nos despedimos con aplausos de los simpáticos chicos de Rojo Melibea deseándoles que, con independencia de las críticas o las alabanzas que les puedan dedicar, siempre sean ellos mismos los que elijan su estilo, sus temas y su camino.