Túa, desembarco celta en los Huertos del Malecón
Este domingo, tratando de estirar al máximo el primer fin de semana de Feria en Murcia, nuestros pasos fueron a dar al Jardín del Malecón, donde a las 22:00h estaba prevista la actuación de Túa, sexteto murciano con lejanas conexiones gallegas que ha hecho de la música tradicional de raíces celtas localizada en Irlanda, Escocia y el norte de España la base de un selecto y cuidado repertorio folk.
Así, dejando por un día la guitarra eléctrica, el bajo y la batería, nos apostamos en el recinto musical de los Huertos dispuestos a soltar amarras -tomando violines, gaitas, laúdes, flautas, banjos y acordeones- para iniciar un evocador viaje a través del tiempo que nos habría de llevar por feroces mares de aguas heladas, atronadores acantilados y verdes campos cubiertos por esa niebla en la que la música, durante siglos, acunó sueños y leyendas sin fin.
De este modo, con el patio de butacas rozando el lleno y los músicos sobre el escenario marcando en sus cuadernos de bitácora las coordenadas norte-sur precisas, la velada arrancó con el repaso de una nutrida nómina de canciones populares que se engarzaron una tras otra casi sin descanso para trazar una primera parte de singladura en la destacaron temas como La danza del oso, The silver spear o Amazing Grace.
Más adelante, adentrándonos en la parte central del concierto, llegaría el turno de la famosa canción irlandesa Molly Malone, a la que sucedieron Clumsy lover, la cantiga 166 de Santa María de Alfonso X, la foliada de Padrenda, y la muñeira de Ponte Sampaio con las que ciertos sectores del público, entre los que se encontraba un simpático grupo de irlandeses, rompieron a cantar y a bailar al fondo del recinto.
Ya vislumbrando tierra en el horizonte y con nuestra embarcación moviéndose de manera más ágil y alegre, atravesaríamos los mares de Star of the County Down, Scarborough fair o Toss the feathers antes de arribar a puerto con la canción Devil´s dream, que puso el punto y final a un concierto en el que Túa, interpretando con precisión y fidelidad instrumental los temas más clásicos de su repertorio, logró que Murcia fuera celta por unas horas.