Gran expectación, la que se levantó ayer en torno al imponente Árbol de Navidad de Murcia para presenciar el concierto de Santiago Campillo -guitarrista y compositor de de brillante trayectoria y prestigio internacional-, que a principios de noviembre lanzó el que es su segundo álbum en solitario: “A cara o cruz”. En rigor, un cuidado trabajo de estudio radiante de blues y rock que ha supuesto un incuestionable paso adelante del músico como letrista y cantante.
Así, ante un auditorio a rebosar de público, Campillo haría acto de presencia a la hora marcada junto a sus inseparables Dani Mora al bajo y Joaquín Minidrums a la batería para arrancar como una exhalación el recital interpretando Señor Dinero y No venderé mi alma; dos temas cuyas letras hablarían de principios irrenunciables y cuyas melodías volarían a ritmo de rock impulsadas por una banda que demostraría a las primeras de cambio por qué el trío es considerado en la mitología del rock símbolo de poder.
De este modo, poniendo en movimiento al respetable con los acordes iniciales, Campillo y los suyos brindarían un primer tercio de velada que serviría para presentar su reciente LP; disco del que la banda extraería canciones con alma de rock sureño, como Maruchi, y con alma de blues, como Lunes otra vez y la homónima A cara o cruz. A continuación, avanzado hacia el ecuador del concierto, el trío daría entrada a piezas de su primer álbum, como la refulgente Carretera sin final, la siempre sorprendente Alfonso, o esa obra de orfebrería que es Sola.
Más adelante, vislumbrando la recta final de la velada, la banda, lejos de aminorar la marcha pisaría aún más el acelerador incorporando a Pedro Navarro -joven guitarrista de esa inagotable cantera de rock que es Puente Tocinos- para adentrarse con determinación en la Ruta 66, de Pappo Napolitano, y tocar el cielo con una exquisita versión en español de Sunshine of your love; legendario tema del supergrupo Cream que titularon El cielo de tu amor.
En consecuencia, con el público atento a las letras e hipnotizado por los solos de guitarra, la banda nuevamente formando como trío acabaría echando el resto para ponerle el broche de oro a la velada ofreciendo un hito de nuevo cuño, como lo es la luminosa y bailable Viviremos del aire, y dos temas inolvidables de la etapa de Santiago Campillo en M-Clan, como son Donde el río hierve y Un buen momento.
Finalmente, recogiendo la moneda lanzada al aire al comienzo del recital con una nueva versión de Voodoo child, de Jimmy Hendrix, no sería de extrañar ver que a Campillo volvía a salirle cara en vez de cruz en un concierto. Después de todo, es a los que trabajan su talento sin descanso, a los que perseveran en su esfuerzo, a los que deciden no traicionarse ni dejar jamás de aprender, a los que siempre debería sonreírles la fortuna.