Fuerza y pasión de la mano de Cuatro Caminos
Para quien no lo haya escuchado nunca, es posible que el nombre de Cuatro Caminos aplicado a un grupo de música le pueda sonar a banda de pop ñoño e insustancial. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, los murcianos Cuatro Caminos son una curtida banda de rock, blues y soul cuyas principales cualidades son, por un lado, la fuerza y la precisión de sus músicos y, por otro lado, la pasión y el desgarro que transmite en cada canción su vocalista, María Sánchez.
Así, seducido por la propuesta musical de Cuatro Caminos, anoche, noche de luna de sábado murciano, me dejé caer por la céntrica Sala Revólver con la intención de escucharlos, verlos y juzgarlos en las distancias cortas, que, como bien saben, es donde todos nos la jugamos. Ya concluidos los preparativos, a eso de las doce de la noche, hizo acto de presencia el cuarteto frente a una generosa concurrencia que aguardaba con interés en comienzo del espectáculo.
Arrancando su actuación con Aire, tema de factura propia, y con Venus, de los foráneos Shocking Blue, Cuatro Caminos aprovechaban para marcar las líneas maestras de lo que sería un concierto basado en la alternancia, casi a partes iguales, de canciones de la banda con versiones de grandes clásicos del rock, el blues y el soul. Sin duda un planteamiento de lo más atractivo e interesante elaborado para hacer las delicias de todo tipo de público.
Casi sin respiro, desde las primeras canciones el grupo se afanó por entrar de lleno en el concierto a base de intensidad y de una presencia, la de María Sánchez, que no paraba de moverse, bailar, agitarse y llenar un espacio que parecía quedársele pequeño por momentos. Así, cautivados por la voz cantante y atrapados por los soberbios punteos de la afinada, y afilada, guitarra de Enrique Fontes, la banda fue deslizándose, sinuosa, como un cuchillo a través de las canciones de su rico repertorio.
De esta forma, versiones como Because the night de Patty Smith, Fortunate son de Credence Clearwater Revival, Black magic woman de Fleetwood Mac, El rock de Europa de Morís o El rock del ascensor de Los Rodríguez, se irían sucediendo y mezclando con canciones de Cuatro Caminos como Sigo su rastro, Ayer, La chica de la barra, Noche de luna o Se acabó, hasta llegar a fundirse todas sin estridencias y con una armonía que sorprendió a más de uno entre el público.
Así, el rock adulto de Cuatro Caminos, como un tren de largo recorrido, fue atravesando con soltura y sin detenerse los más diversos paisajes sonoros mediante un concierto que, si bien tuvo momentos de intensidad diversa, también es cierto que fue capaz de mantener a todos los asistentes enganchados y animados durante la hora y media que duró el espectáculo. Hecho nada fácil de lograr, pero que los murcianos dieron la impresión de conseguir con toda naturalidad.
Al final, en el ambiente, aún caldeado de la Sala, quedó flotando la sensación de haber presenciado el concierto de una banda de rock que rezumaba honestidad y solvencia. En definitiva, Rock and roll con los pies en el suelo y con una voz que, siendo capaz de elevarse al cielo en alardes, optó en cambio, y acertadamente, por contenerse para transmitir todo el calor, la rotundidad, la cercanía y la sinceridad de una banda de rock sin trampa ni cartón.