Mikel Erentxun muestra en Murcia su lado más diáfano con "El hombre sin sombra"
Ambiente de las grandes ocasiones, el que pudo vivirse este sábado en la Sala REM de Murcia para recibir como se merecía a la que es una de las figuras más queridas y reconocidas del panorama musical español: Mikel Erentxun; cantante y compositor donostiarra que, tanto al frente de la legendaria banda Duncan Dhu como a lo largo de su prolífica carrera en solitario, ha regalado decenas de éxitos inolvidables a varias generaciones de melómanos durante los últimos treinta años.
Así, completando el aforo del céntrico local murciano, el público aguardaría expectante el comienzo de una cita que, programada para las 23:30h, estaba enmarcada dentro de la gira de presentación de “El hombre sin sombra”; álbum en el que el artista vasco reflexiona -desnudándose hasta volverse casi transparente, sin sombra- acerca del amor de pareja madurado, vivido, sufrido y gozado en primera persona para ofrecer una obra llena de crudeza y ternura en la que el tratamiento del motivo principal oscila entre el tono crepuscular y la esperanza.
De este modo, acompañado por Fernando Macaya al bajo y Carlos Aranzegui a la batería, Mikel Erentxun saldría a escena pasados apenas unos minutos de la hora señalada para recibir la primera gran ovación de la velada y arrancar su recital haciendo sonar El hombre que hay en mí; animada balada rock extraída del otro disco cuyas composiciones tendrían, después de las del más reciente, un mayor peso en el repertorio del concierto: “Corazones”; trabajo editado en 2015 que vio la luz tras la superación de la cardiopatía que aquejó al cantante dos años antes.
En consecuencia, con el respetable entregándose al pop-rock agitado y vital del músico desde los compases iniciales, pronto el hombre sin sombra acompasaría los latidos del recital para ofrecer su vertiente más íntima y cercana al son de temas como Héroe y Llamas de hielo, en los que las melodías más reposadas servirían de vehículo perfecto para arropar y acunar unas letras en las que resplandecerían de forma inusitada las cicatrices del alma rota y enamorada del cantante.
Entonces, engarzando rotundas joyas sin sombra de duda como Y sin embargo te quiero o El principio del final, Erentxun atravesaría el ecuador de su concierto alternando en su repertorio algunas de las canciones más celebradas que han alumbrado su carrera en solitario, como Mañana, Quién se acuerda de ti o A un minuto de ti. De esta manera, con la velada avanzando rauda hacia su recta final, el artista vasco dejaría volar Libélulas antes de apretar los dientes para asestar dos magníficas dentelladas a su recital con El amor te muerde los labios al besar y Corazones.
Ya en el bis, la actual y arrebatadora Cicatrices dejaría paso al recuerdo dorado de Duncan Dhu para cerrar con Cien gaviotas y Jardín de rosas a la 1:15h el recital de un artista humilde y superlativo que acabaría recibiendo el agradecimiento unánime de un público que, acompañando a aquel que con su música durante tantos años les ha acompañado, parecería construir con su presencia masiva en la Sala REM, y después de todo, un hogar donde no queme el sol y al nacer no haya que morir.
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