Alivia sentimientos y todo lo cura
El pasado domingo 16 me desperté temprano, puse la televisión y el hombre del tiempo amenazó mi calma anunciando lluvias y viento para todo el día. A mí, que había marcado en rojo en el calendario ese día, no me importaba lo más mínimo si caían rayos o centellas. Pero aún así, la idea de que el agua cayera del cielo, hiciera acto de presencia y arruinara mi domingo se movía por mi mente con una obsesión casi enfermiza. Miradas constantes a la ventana, nubes que iban y venían sin determinar orden, aires de lluvia que no traían ni una sola gota. Menuda mañana de nervios e intriga. A la hora señalada puse rumbo a la Sala Rem.
El molinense Muerdo y los argentinos Onda Vaga me esperaban. Bueno, a mí y a los centenares de personas que llenaban la sala. Pascual Cantero mostró sus buenas dotes de anfitrión. En un formato trío, tan sólo acompañando la voz con una guitarra y una trompeta, logró hacer un show muy solvente. Repleto de una personalidad sobre el escenario, ganada a base de tocar y tocar. El modo con el que Pascual ofrece su música es hipnótico y envolvente.
Fueron cayendo temas de su nuevo disco "En el fuego "(Warner Music, 2018) y alguna canción de etapas anteriores. Mientras que el público las cantaba en una suerte de comunión y respeto mutuo. Muerdo sabían que estaban allí para abrir boca de cara a Onda Vaga: "Vamos a dejarle el escenario bien caliente a los amigos que van a salir ahora", dijo Pascual en más de una ocasión. No defraudaron en su papel de teloneros.
De dónde vengo, Lejos de la ciudad, Invisible, resonaron en las paredes de la Sala Rem. Los presentes tuvimos la suerte de disfrutar del paso de En el fuego Tour 2018 por la ciudad de Murcia. Tras casi 45 minutos de show se despidieron para dar paso a Onda Vaga.
El grupo, que aquí se presentó con una formación de siete miembros, está inmerso en la gira europea de presentación de "Nuestras canciones" (Warner Music, 2018). Un álbum de versiones que divierte y gusta a partes iguales. Abrieron el concierto con Te quiero. El baile ya estaba asegurado desde la primera fila hasta la última. Mia menina, Hanana, La pipa, La maga y el público que cantaba a la vez que los cinco vocalistas que tiene el grupo. Un coro unánime, una sola voz haciendo del momento un momento único.
Consabidos cambios de instrumentos entre sus integrantes, pocos comentarios entre tema y tema, ritmo frenético al ejecutarlos. Buen show. Con Cartagena y A la mierda cerraron la primera parte del concierto. Para los bises se guardaron Así, Quédate y una versión brillante y personal de Mambo, de Andrés Calamaro.
Ahora sí, terminaron de cantar, salieron del escenario y por los altavoces de la sala ya sonaba otra música. Acabó el concierto y, mientras me trasladaba de la primera fila a la puerta de salida, oía los comentarios de la gente y veía sus caras. Provocar felicidad y paz en un concierto está al alcance de muy pocos, sin embargo Onda Vaga lo consiguieron. Son un grupo diferente que bebe del folclore de su tierra, que toca el indie más actual y que usa unos coros más cerca del canto coral que de la música pop. Una banda distinta que gusta ser vista en las distancias cortas.
Salgo del local satisfecho por lo vivido. Cojo la mano que me acompaña, miro al cielo en busca de lluvia y sólo encuentro estrellas marcando el camino a casa. Les hacemos caso y caminamos bajo ellas, no se debe ignorar el deseo del universo que nos observa desde lo alto.
Por el camino, en mi cabeza recuerdo ese mambo que "alivia los sentimientos, abre la puerta a la locura, que todo lo cura".