Blanca Cremades, Eduardo Ramos y Miguel Ángel Delgado convencen en Clave de Fa
Este pasado jueves, con motivo de la puesta en escena de Clave de Fa –el certamen que la Asociación Murcia Canción de Autor organiza desde hace años para promocionar, de tres en tres, a algunos de sus miembros más destacados- decidimos acercarnos a La Puerta Falsa para reencontrarnos con Blanca Cremades, a la que tuvimos ocasión de escuchar en julio, y conocer a Eduardo Ramos y Miguel Ángel Delgado.
Así, a eso de las once de la noche, ya sentados al pie del mítico escenario y al abrigo del anguloso techo que, como una caverna, envuelve el amplio salón del local, nos dispusimos a contemplar el espectáculo y tomar buena nota de cuanto ocurriera durante una velada en la que los tres cantantes se irían sucediendo sobre las tablas en dos rondas de miniconciertos en los que cada uno interpretaría tres temas por actuación.
De esta forma, el primero en presentarse ante el estimable público que nutría La Puerta Falsa fue Eduardo Ramos Elbal, un joven cantautor murciano que comenzó su minirecital con Aire, lento tema de amor que gira en torno al motivo de una despedida forzada. A continuación, y a pesar de la advertencia de Ramos por el posible carácter cursi de su siguiente canción, lo cierto es que Tu mirada sonó menos afectada que la anterior. Ya en su segunda intervención, que fue la cuarta de la noche, el cantautor cambiaría radicalmente de tono y de registro al presentar canciones en las que, como en Pirata de los bares, dio rienda suelta a su lado más fresco, ligero, animado, canallesco y divertido.
Tras Eduardo Ramos, el siguiente en subir al escenario fue Miguel Ángel Delgado, médico granadino afincado en Murcia que, a punto de sacar su primer trabajo de estudio, dio inicio a su primera tanda de canciones con Puedo decir, un tema inspirado en los mitos de la cultura Maya que sirvió para mostrar unas cualidades de cantante y compositor ciertamente interesantes: variedad en los motivos, elaboración en los textos, rotundidad en las melodías, hondura en la voz, y, sobre todo, una energía interpretativa que nos sugirió la naturaleza rockera de su personalidad. Así, si con su primer tema se acercó al mito de los cenotes, en la segunda se sumergió en la más cruda realidad de los niños enfermos cáncer con Ángeles para más tarde estallar con Supernova. Ya en su segunda actuación, que fue la quinta de la velada, el granadino haría sonar Gigante, o Lunas de hiel, tema este último inspirado en la experiencia neoyorkina de Federico García Lorca, para poner fin a una doble actuación que dejó un gran sabor de boca.
Para cerrar cada una de las dos rondas de miniconciertos fueron programadas las actuaciones de Blanca Cremades. Sin duda, todo un acierto si tenemos en cuenta que esta cantautora es uno de los valores más seguros de nuestra joven y experimentada escena regional. Por ello, con la garantía de que el colofón a la velada sería brillante, lo único que debimos hacer fue guardar silencio y atender para que, bien acompañada por Daniel Serrano a la guitarra, bien sola al piano, la cantante confirmara todas las virtudes que descubrimos en ella desde que la escuchamos por primera vez. Así, con temas como el introductorio instrumental, Haunted by you, ¿Qué decir? -que sonaron en su primera actuación- o Bésame piano y Polos opuestos –que interpretó en segunda instancia- la cantautora volvió a dar muestras de su gran talla como compositora, pianista y cantante. Y es que en un tiempo en el que parece que todo el mundo tiene que cantar entregándose al artificio y al engolamiento como si cantar fuera una estúpida competición para ver quién esculpe mejor un músculo, la voz pura, cálida, emocionante, personal, y profundamente femenina de Blanca Cremades, una vez más, fue capaz de cautivar los sentidos y dar la impresión de poder detener, al menos durante el tiempo que dura una canción, el tiempo que no se detiene jamás.