Blanca Cremades, sentido y sensibilidad en la Puerta Falsa
Porque no solo de Rock vive el hombre, este jueves acudimos a la Puerta Falsa con el objeto de conocer a Blanca Cremades, una de las más interesantes cantautoras murcianas que, a eso de las 23:00h, brindaba sus canciones mediante un concierto acústico -piano y voz- en el mítico local de la calle San Martín de Porres de la capital del Segura.
Así, ya sobre el escenario, sentada frente al imponente piano de cola, y ofreciendo su costado derecho al público que llenaba el cuerpo central de la sala, Blanca inició su recital con puntualidad haciendo sonar las notas de una delicada pieza instrumental que, a modo de introducción, sirvió para captar la atención del respetable concentrando la suya exclusivamente en las teclas, negras y blancas, del piano.
A continuación llegarían dos baladas, una en inglés -sin título específico-, y otra en español -Bésame piano-, gracias a las cuales Blanca Cremades pudo fundir música y voz para definir las líneas de un concierto que estaría marcado por los ritmos pausados y las letras que, teniendo como tema preferente el amor, se desarrollarían en inglés o en español. Ya para cerrar lo que podríamos calificar como el primer tercio del recital, la cantante interpretó Polos opuestos, un tema dotado, si cabe, de unas connotaciones más íntimas y personales al estar dedicado a Daniel Serrano, músico y actual pareja de Blanca.
Más adelante el concierto se encaminó hacia su fase central, una fase en la que adquirirían un mayor peso las versiones de canciones de otros artistas, aunque, eso sí, siempre traídas al estilo acompasado de Cremades. Así, pudimos escuchar Qué pides tú, de Álex Ubago, When Susannah cries, de Spen Lynd, o Cuando los sapos bailen flamenco, de Ella baila sola. También, dentro de este segundo tercio del espectáculo destacó la interpretación que la cantante, junto a Manolo Cremades al violín, hizo de Qué decir, una auténtica joya de composición propia que al lado de temas tan conocidos no sólo no desentonó, sino que mantuvo el nivel y la altura de aquellos.
Ya metidos de lleno en el último tercio del concierto, el tono, que ya era cómplice, se hizo más distendido con Cobardes merced al simpático diálogo que la pianista entabló con un sector del público. A continuación, y justo antes del final, llegó otra de las canciones que más destacó en la velada, Doblemos el mapa, otra preciosa composición propia que la cantante dedicó a sus compañeros, artesanos de canciones, de la Asociación Murcia Canción de Autor.
Una vez finalizada la actuación aún quedaría la sensación de que en el ambiente permanecían flotando los restos de la densa, luminosa y profunda atmósfera que Blanca Cremades había sido capaz de crear tan sólo con su voz y su piano. Una atmósfera de ensueño, encanto, o haunted. Una atmósfera en la que las canciones de amor sonaron desprovistas de afectación, directas y sinceras, gracias al estilo calmado y elegante que la cantautora ha sabido imprimir a sus composiciones. Por eso no es de extrañar que, envueltos por el sentido y la sensibilidad que derrochó, todos nos sintiéramos en algún momento, y con el permiso de Dani Serrano, un poquito enamorados de Blanca Cremades.