Kiko Veneno y Martín Buscaglia son indomables
Anoche, ante un Auditorio Gabriel Celaya de Cieza que presentó una considerable afluencia de público, se presentó El Pimiento Indomable o, lo que es lo mismo, el proyecto común que unió en 2012 al uruguayo Martín Buscaglia y al español Kiko Veneno en tierras americanas, y que dio como resultado un disco de título homónimo y un dueto que ambos músicos han decidido retomar este verano.
Así, acercándonos a Cieza en plenas fiestas patronales, nuestros pasos, superados los puestos, las terrazas y las atracciones que llenaban de luz la ciudad, se encaminaron hacia el coqueto y céntrico Auditorio Gabriel Celaya, verdadero teatro griego donde, a eso de las 23:00h, los últimos rezagados se apresuraron para acceder a su interior y tomar asiento en alguno de los tres sectores de su cavea.
De este modo, con todo preparado sobre la escena, Kiko Veneno y Martín Buscaglia harían acto de presencia a las 23:15h para dar comienzo a su espectáculo haciendo sonar Vagabundo. Canción que, precisamente por ponderar la felicidad que se halla en la sencillez frente a la desazón que conllevan las preguntas y los discursos más trascendentales, constituyó una perfecta declaración de intenciones de lo que habría de ser el concierto preparado por Veneno y Buscaglia.
A continuación, introduciéndonos de lleno en la presentación del disco conjunto que compusieron ambos músicos, llegaría el turno de América es más grande, delicada balada de Kiko Veneno en la que éste rinde homenaje a un continente que siempre ha sido para él motivo de inspiración. Más adelante, deshojando los cortes que integran el LP El Pimiento Indomable, se sucederían temas como Cuando, Don Perogrullo, Dos locos, Necesito todo tu amor, Pescaito enroscao o Sagrado salado.
De esta manera, dando cabida en esa colección de canciones a la mezcla de ritmos, sonoridades y estilos como los del funky, el flamenco, el bolero, el rock, el reggae o la cumbia, el repertorio fue ofreciendo pinceladas de las personalidades musicales de Buscaglia y Veneno que habrían de solaparse a la perfección dentro del lienzo multicolor y experimental que fue el concierto.
Por eso, pese a que algunas canciones quizá pecaran de largas y repetitivas, el conjunto de la lista de temas, que se completaría con Nadador Salvador, Mírame y Oye Paco, habría de resultar en suma de lo más elocuente, fresco, atrevido y divertido. Esto, unido al desparpajo de Buscaglia y a las tablas de Veneno, terminarían haciendo que la velada estuviera llena de momentos de gran comunión entre los artistas y el respetable.
No en vano, ya en los bises en los que se ofreció un popurrí de las canciones más celebradas durante el concierto, los dos hombres-orquesta conseguirían que el público abandonara sus cómodas butacas y tomara la orquesta para bailar antes de que Martín Buscaglia y Kiko Veneno se despidieran desde el proscenio entre aplausos para dar por terminado, a las 00:45h, un concierto que fue ciertamente satisfactorio.
Y así, mientras abandonábamos el Auditorio aún con el resultado de la colaboración entre Buscaglia y Veneno resonando en nuestros oídos, no pudimos evitar, una vez más, confirmar que no es la competencia -que alienta el enfrentamiento y entretiene a los mediocres-, sino la fraternidad -que difumina las fronteras y une a los grandes- la que, desde siempre, ha estimulado el talento haciendo avanzar el mundo en general y a la cultura en particular.